por Zedekiel
Dhammapada
Consejos Del Buddha
Capítulo XIX
El Justo
El Ser justo nunca se instrumentaría de la violencia, para resolver cualquier situación; tampoco se valdría de ella para distinguir lo correcto de lo incorrecto, ni para orientar a otros. La ley por la cual se guiaría, es la del respeto por su propia esencia y la del prójimo: a esto se lo puede denominar inteligencia.
Un Ser no se convierte en sabio, por la cantidad de información acumulada, como conocimiento, ni por los títulos exhibidos. Sólo puede alcanzarlo a ayudar tal dignidad, el auxilio y el desarrollo de la paciencia, la ausencia de odio y crítica y el enfrentar los propios temores, si es que aún no se han convertido en miedo, y si así fuera, también debería enfrentarlo.
Un Ser no es versado en la ley por mucho que hable y exponga sobre ella, aun en términos académicos. Aunque un Ser sea considerado por otros como iletrado, si él manifiesta y se conduce observándola, es un guardián de la ley, aun sin títulos.
Un Ser no ha entrado a la sabia ancianidad, porque su cabello se haya plateado; pudo haber acumulado años, pero eso no denota profundidad evolutiva.
A aquel en quien, a través del propio esfuerzo, se manifiestan los dones de la veracidad, armonía, suave equilibrio, alegre amor contentivo, respeto por sí mismo y por los demás, moderación, que está libre de culpas y pleno de sosiego y paz en su corazón, se lo reconoce por su nobleza.
El Ser que en sí mismo abriga envidia, egoísmo, deshonestidad e irrespetuosidad, no merece ni tan siquiera ser escuchado, a pesar de sus atentos modales personales.
Aquel que ya ha vencido dichas dificultades, sin que quede ni la raíz de tales afecciones, liberado del odio, convirtiéndose en un Ser noblemente honesto, ese Ser, sí merece el respeto de los otros.
No es por su apariencia, que un Ser logra religarse con su Íntimo. ¿Un Ser así podría ser considerado un noble?
Aquel Ser que ha encontrado el sitial de paz en sí mismo y lo comparte, puede ser respetado como noble; su serenidad es contagiosa.
La apariencia de nobleza, no es nobleza. Todos transitamos el Sentido, pocos lo viven y sólo unos pocos cooperan con él.
Aquel que ha trascendido el falso discernimiento y las consecuencias de tal apego, es un Ser confiable, en su consejo.
No es suficiente con adoptar una postura de silencio, ni vivir en los sonidos que la nada brinda, si uno no es capaz de escucharlos e interpretarlos honestamente; debe, en esas circunstancias, encontrar su propio equilibrio para no teñir de falsedad, su percepción de esa realidad y, aún más, debe interpretar correctamente el Sentido, que de él surge. Así logrará contribuir al equilibrio de la totalidad.
El dañar, no es la actitud de aquel que vive en el respeto de su naturaleza interior. La esencia del Ser, no podría nunca dañar a criatura alguna, dado que el amor y el respeto conforman su sentido vital.
No sólo por prometer, por disciplinarse, por la adquisición de conocimientos e información, ni por efecto de la meditación, ni por haber aceptado el desafío de la soledad, es que se llega al conocimiento de sí mismo. Sólo la honestidad, el respeto y la perseverancia en el esfuerzo, logran que la meta se convierta en el Sentido, con toda naturalidad, sin falsía. Sólo en tu Íntimo puedes confiar.