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sábado, 4 de junio de 2022

Cábala Rioplatense

"La Iniciación (II)"

Texto e imagen por Luciano


Quien ha emprendido esta vía oculta se transforma completamente, y aunque quizás continúe con su vida de siempre, su conciencia ha ingresado a otro plano. En su mirada resplandece la esencia divina. Sus actos están cargados de certeza, pues su voluntad está alineada con la voluntad cósmica. Vive en el mundo material y en el mundo inmaterial al mismo tiempo. No espera una recompensa después de la muerte, porque su mayor recompensa es estar vivo. 
Ciertamente cada uno de nosotros es un canal a través del cual se expresa la divinidad que crea, mantiene y destruye el universo; y la mayor virtud de un ser humano reside en poder ser atravesado por este rayo divino. Este acto sagrado resulta invisible a los ojos profanos, por lo cual, el iniciado muchas veces pasa inadvertido. Pero aunque sea ignorado en las calles de Babilonia, siempre será bien recibido en la Nueva Jerusalén. Esta ciudad celestial y perfecta renace en su interior y su conciencia pasa a formar parte de una sociedad espiritual superlativa, conformada por miríadas de conciencias provenientes de innumerables planos dimensionales. 
Esta experiencia íntima, cual invaluable tesoro, le es otorgada por el cosmos al ser humano en recompensa por su sacrificio. La fuerza universal comienza a latir en su corazón y sus pasos avanzan en un perpetuo presente. La vida continúa, pero el cielo ya no es el mismo cielo, ni los árboles son los mismos árboles. Todo está cargado de magia y misterio. 
El iniciado por fin puede experimentar en sí mismo el auténtico impulso divino, donde nada está escindido, sino que todo es Dios, donde la materia es espíritu y el espíritu es materia, donde la presencia es ausencia y la ausencia es presencia, donde la vacuidad es totalidad y la totalidad es vacua, donde cada gota de conciencia vibra en armonía con el océano cósmico y cada ser lleva en su esencia el insondable sello del infinito. 



miércoles, 29 de septiembre de 2021

Cábala Rioplatense

 "La Iniciación (I)"

Texto e imagen por Luciano

Dentro de la Cábala se llama iniciado a quien ha logrado unir Malkuth con Kether, luego de un arduo ascenso a lo largo del Árbol de la Vida. En el transcurso de la historia muchas escuelas esotéricas han celebrado diversas ceremonias para marcar este pasaje, y si bien esa costumbre fue válida en su momento, en la actualidad la mayoría de esas instituciones ha conservado la forma, pero ha perdido la esencia. La iniciación real no se da necesariamente en un contexto institucional, sino que acontece en la vida misma a través de pruebas que el destino pone en nuestro camino. La transformación de la conciencia se da a lo largo del tiempo y su maduración es provocada por experiencias intensas que la preparan para dar el salto hacia los diferentes estratos de realidad que subyacen al mundo visible. 

Quien ha atravesado la última de las treinta y dos puertas cabalísticas, ingresa al otro lado y experimenta lo que dentro de la vía iniciática se denomina la muerte ritual. Esta muerte es una transformación total del ser humano que modifica su conciencia llevándolo a percibir el mundo desde un punto de vista totalmente diferente. Luego de esta muerte no hay regreso y a partir de ese momento el iniciado ya no es el mismo. 

Este es el misterio de la pasión de Jesús, el Cristo, donde Jesús es el hombre y Cristo el estado de conciencia alcanzado por él. La Cábala nos revela que este nivel consciente no es exclusivo de Jesús, sino que puede ser experimentado por todos, siempre y cuando asuman el riesgo que implica esta transmutación espiritual. Quien ha conquistado la Corona, regresa al Reino en toda su majestad, porque se ha convertido en Rey de su propia vida y dueño de su propio destino. Pero es necesario saber que este acto se da en un nivel interior, pues la crucifixión, la muerte y la resurrección son metafísicas.





















miércoles, 28 de octubre de 2020

Cábala Rioplatense

Texto e Imágenes por Luciano

Trascendencia

El Árbol de la Vida es una estructura dinámica delimitada en el plano espiritual por Kether y en el plano material por Malkuth. En un primer impulso el rayo luminoso se precipita desde el plano espiritual hacia el plano material, pero luego, a través de un esfuerzo consciente y voluntario, es posible invertir el sentido de este rayo y ascender hasta la cúspide del árbol vital, donde el ser humano alcanza los límites de todo su potencial y se encuentra frente a la existencia negativa en la Nada.

¿Y qué hay más allá de la Nada?

Ex Nihilo Nihilo fit (De la Nada, Nada surge) dice una antigua máxima filosófica, enunciando en su laconismo una realidad acorde con la cosmovisión cabalística de la trascendencia espiritual. En efecto, cuando el ser humano llega al máximo de su potencial y se encuentra frente a la Nada, descubre, luego de un trabajo de adaptación, que se encuentra dentro de un Árbol de la Vida mayor al que estaba anteriormente, que era imperceptible para su nivel consciente y que sólo después de todo el trabajo realizado le es posible percibir.
El canal de conexión entre un Árbol de la Vida y otro es Daath, la sefira invisible. A partir de allí se genera la posibilidad de establecer un contacto con la nueva realidad, la cual en un principio el ser humano concebía como Nada, pero que luego de adaptarse a la nueva frecuencia vibratoria advierte que se trata de otra realidad, con otras leyes y frente a la cual debe comenzar nuevamente desde la base de otro Árbol de la Vida, en un nuevo Malkuth, que tiene un nivel de sutilidad mayor que el Kether del árbol anterior, pero que respecto de este nuevo nivel representa el estamento más denso.

Para el ser humano hay un camino arquetípico que en principio lo pone en la tarea de conquistar su propia humanidad, alcanzar su esencia, lo cual en la Cábala se conoce como el Adam Kadmon o Ser Humano Primordial. Este es el primer Árbol de la Vida que el ser debe ascender impulsado por la fuerza del rayo luminoso. Una vez alcanzada la cúspide, se enfrenta a los tres velos de la existencia negativa: Ain Sof Aur. Luego de atravesar el tercer velo viene un período de transición inefable e incognoscible, tras el cual comienzan a vislumbrarse las formas de una nueva estructura. Este nuevo nivel es el Árbol de la Vida Planetario. Llegado a este punto el ser humano actuando desde su esencia, comienza voluntariamente a formar parte de una nueva vibración desde el Malkuth planetario. No abandona su humanidad, sino que expande las fronteras de su conciencia. El planeta Tierra entonces, se revela ante él, como un ser consciente que dirige el destino de la humanidad y del resto de las especies lo pueblan.
Si ese ser humano siguiera trabajando conscientemente sobre sí mismo y fuera elevándose en las jerarquías del Árbol de la Vida Planetario, podría llegar nuevamente a la cúspide en Kether y a partir de allí se enfrentaría nuevamente al triple velo del Ain Sof Aur para vislumbrar las huellas de un nuevo estado de conciencia en el Árbol de la Vida Solar. Este ser en su evolución entraría a través del Daath planetario al Malkuth solar, recomenzando nuevamente otro ciclo evolutivo pero sin perder la conexión con los dos primeros árboles, el humano y el terrestre. El próximo paso en la evolución de este ser sería entrar en conexión con la jerarquía que está a cargo de la Vía Láctea, lo cual sería un logro extraordinario, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de la humanidad nace y muere dentro del mundo de Assiah del Árbol de la Vida Humano. Logro que sin embargo está contemplado como posible dentro de la vía cabalística, ya que todos poseemos las facultades necesarias para lograrlo, sólo que en la mayoría de la población estas facultades permanecen latentes. Si el ser humano pudiera activarlas podría entrar en contacto con la conciencia planetaria, solar y galáctica, porque esto, si bien es algo poco habitual, resulta completamente natural y acorde a nuestra esencia.

¿Pero acaso el Árbol de la Vida Galáctico representa el límite de la evolución humana? ¿Hay un Árbol de la Vida Último adonde la conciencia halle el final de su evolución?

Dentro de la tradición cabalística no se hace mención a un árbol de este tipo. El camino evolutivo de la conciencia presenta etapas arquetípicas y ciclos dentro de ciclos, pero no existe algo así como un final absoluto. E incluso tampoco se podría hablar de un comienzo absoluto. La estructura de los tres árboles entrelazados descripta anteriormente es válida como clave simbólica, pero la realidad es muchísimo más compleja. El Árbol de la Vida como arquetipo vital es una valiosa herramienta, pero el universo es realmente insondable.  

Trascender, dentro de la cosmovisión cabalística, significa expandir la conciencia accediendo a nuevas dimensiones sin abandonar el mundo material. En definitiva el valor de la evolución consciente no tiene que ver con alcanzar una meta final, como si la vida fuera una especie de competencia, sino que más bien la importancia de la trascendencia está en sintonía con un valor ético, ya que al expandir la conciencia uno también expande el espectro de sus opciones al momento de ejercer su libre arbitrio. La libertad, en efecto, está en la base de la tradición cabalística y es su joya más preciada.

Cuenta un antiguo relato cabalista que cuando Dios creó la Tierra dio a cada ser una labor particular. Pero cuando llegó el momento de asignar un rol a su última criatura, el ser humano, se abstuvo de hacerlo y le dijo: A cada ser he dado un trabajo determinado, pero a ti no te daré nada para que tengas la oportunidad de elegir. De esta manera podrás alcanzar las esferas celestiales y ser como los ángeles, o sumergirte en el barro de la materia para convivir entre las bestias.
Depende de cada uno forjar el camino de su vida.




lunes, 29 de junio de 2020

Cábala Rioplatense - Reflexiones

por Luciano
Imagen: Zedekiel


Cábala Rioplatense
(2da parte)

A lo largo de la historia, el conocimiento humano se ha dividido en exotérico y esotérico. El primero, es un conocimiento desarrollado para la mayoría de la población con un carácter ante todo, aleccionador y normativo. Es el conocimiento creado para que el rebaño continúe siendo rebaño. El conocimiento esotérico, es aquel saber desarrollado para una elite, que históricamente siempre estuvo conformada principalmente por los miembros de las clases altas. El sello del conocimiento esotérico, es la libertad y en este sentido está dirigido, no al rebaño, sino al pastor. Es la misma diferencia que existe entre Demiurgo y Teúrgo. Demiurgo es el creador de pueblos, Teúrgo es el creador de dioses. El Demiurgo crea la doctrina exotérica, mientras que el Teúrgo crea la doctrina esotérica.
Este es un libro esotérico y teúrgico, dirigido para quienes busquen tomar las riendas de su destino. La diferencia con el esoterismo de muchas antiguas escuelas iniciáticas, es que no está dirigido para una elite de clase alta exclusivamente, sino que está escrito para todos aquellos que sientan la necesidad de ser libres, independientemente de la casta, el credo o condición social.
La magia tiene cuatro leyes. La primera es el Saber. Sin conocimiento, no es posible actuar de manera mágica, por lo cual, este escrito es un humilde aporte para sumar a este primer paso. La segunda ley es el Poder, que implica la experiencia y la práctica del Saber adquirido. La tercera ley es la Acción, que está en función de las necesidades de cada uno. Y la cuarta ley es el Silencio, en referencia a que durante la realización del acto mágico, es necesario entrar en sintonía con el Vacío Universal.
Este libro surge con la intención de compartir parte de aquello que tuve la fortuna de aprender junto a mis instructores. Es mi deseo, que pueda sumar a la evolución espiritual de quien lo lea y mi mayor recompensa sería que esta cadena de conocimiento ancestral, renacida a orillas del Río de la Plata, pueda perpetuarse y expandirse por el mundo, llevando aunque más no sea, una brizna de luz, allí donde las tinieblas obstruyan el resplandor de la esencia humana.

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Por: Luciano
Video por: Letianuha

Reflexiones

Los Dos Árboles

"Para el déspota, el pueblo es un terreno fértil donde puede sembrar la semilla de la mentira, que al ser regada con el agua del miedo, hará crecer el árbol del pánico.
Luego, gracias al fertilizante de la ignorancia, se abrirán las flores del sometimiento, de las cuales nacerán los frutos de la esclavitud.
Para el sabio, en cambio, el pueblo es un terreno fértil donde puede sembrar la semilla de la verdad, que al ser regada con el agua del amor, hará crecer el árbol de la tolerancia.
Luego, gracias al fertilizante del conocimiento, se abrirán las flores de la vocación, de la cuales nacerán los frutos de la libertad."


 

lunes, 6 de abril de 2020

Cábala Rioplatense

Por: Luciano
Imagen por: Zedekiel

Cábala Rioplatense
(1ra parte)


“La Cábala es tan antigua 
como la misma humanidad…”
 
Buscando los secretos de la magia y de la alquimia, descubrí que gran parte de la tradición esotérica de occidente, estaba atravesada por la sabiduría cabalística. Al advertir la importancia de lo que esto significaba, decidí abocarme de lleno a su estudio con el fin de poder acceder al conocimiento de estos arcanos. Pero los libros acerca del tema, resultaron un primer obstáculo. Históricamente, la Cábala tiene su origen en el pueblo judío, dentro del cual la relación entre el idioma hebreo y las matemáticas, adquiere una gran importancia. A cada letra corresponde un valor numérico y gracias a las diversas posibilidades que esto depara, se pueden llegar a innumerables conclusiones. Lo que se halla detrás de todos estos mecanismos del lenguaje es el nombre de Dios, gracias al cual quien lo descubre, puede realizar prodigios milagrosos y tener acceso a conocimientos por siempre velados para los profanos. El nombre de Dios, claro está, se encuentra en hebreo, por lo cual sería necesario primero conocer ese idioma para poder pronunciarlo. El libro más importante para la Cábala es la Torá, que está conformada por los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, atribuidos a Moisés. Existen otros libros clásicos, pero todos tienen como base a este libro medular.
El estudio daba sus frutos; pero sin embargo, una vez adentro, este mundo de letras y números, se convertía en un laberinto diseñado especialmente para despistar a los legos. ¿Existía el nombre divino? ¿Cuál era ese nombre? ¿Dónde estaba?... Surgían cada vez más preguntas que me extraviaban más y más. En todo esto había un anzuelo, una carnada y alguien pescando, que claramente no era yo. Necesitaba salir de esta situación, pero no sabía cómo. Continuaba leyendo los libros sagrados, pero faltaba algo.
Fue en este punto de mi investigación cuando conocí a dos auténticos cabalistas. La incógnita de la ecuación comenzó a develarse con este encuentro. Ellos eran una pareja que había entrado en conexión con una instrucción cabalística, canalizada desde planos sutiles a través de una práctica meditativa conjunta. La diferencia con la enseñanza ortodoxa era que, si bien el idioma hebreo tenía importancia, esta instrucción hacía hincapié en el plano simbólico, atendiendo a las múltiples posibilidades cognitivas cifradas en su símbolo principal: el Árbol de la Vida. Desde esta perspectiva, la búsqueda del nombre de Dios, se transformaba en una búsqueda de la experiencia en Dios, lo cual resultaba ser algo diferente, menos teórico, más real. El primer velo del conocimiento divino estuvo dado por el lenguaje, y el hilo de Ariadna, que me permitió salir del laberinto de letras y números, fue el conocimiento de las claves simbólicas.
Tuve la oportunidad de asistir a los cursos que ellos dictaban en su instituto, y de esa manera comencé no sólo a instruirme de manera intelectual, sino que a partir de ese momento la Cábala se convirtió en una experiencia total. Dentro de una tradición de estas características, el encuentro humano aporta lo que los libros no pueden: la vida. En la transmisión de este conocimiento, detrás de las palabras están los símbolos, y detrás de los símbolos, está el contacto de espíritu a espíritu. Allí reside la esencia que une los eslabones de la cadena de conocimiento.
Durante mucho tiempo este saber se mantuvo en secreto, perpetuado de generación en generación, de manera elitista por los sabios judíos y de otras sectas religiosas. Con el correr del tiempo, se filtraron los textos sagrados, pero sin la transmisión oral, estos textos permanecen mudos. Mis instructores pudieron entrar en un plano sutil y canalizar los símbolos con sus claves esenciales, restableciendo de esa manera una línea de tradición esotérica, qué conservando la fuerza arquetípica original, al mismo tiempo asumía una estructura acorde al momento presente.



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