Dhammapada:
Consejos Del Buddha
Capítulo XXV
El Hacedor
Capítulo XXV
El Hacedor
La moderación es necesaria ante lo que se ve, ante lo que se escucha, ante lo que se percibe y también en lo que se dice.
Es bueno moderar la sensibilidad, el habla, los pensamientos, en todo aquello que sea necesario. El caminante, el hacedor, debería moderar tanto sus actitudes internas como sus acciones.
Aquel que es moderado en su mente, aquel que es moderado en sus emociones, aquel de moderado espíritu y de moderada alma, moderado en el hablar; aquel que, habiendo encontrado moderación en sí mismo, se ha encontrado a sí mismo, a ése se lo considera caminante.
El caminante de moderado habla, que ha encontrado humilde sabiduría en su interior, que comparte su conocimiento y su entender, su palabra es dulce y contenedora.
Aquel Ser, que ha encontrado la verdad interior, reflexionando en dicha verdad, en medio de ella, actúa desde sí.
Que sostenga y valore, lo que ha encontrado; en él no hay envidia; un caminante que envidia a otros, todavía no se ha encontrado a sí mismo.
Un caminante que poco posee, respeta lo que tiene y alcanza respeto dado por el mundo; así va purificándose a sí mismo.
Aquel que ya no se identifica con aquello que fue y no lamenta lo que ya no es, considerando sólo esencialidades, de ése se puede decir que está en su camino.
El caminante que actúa con amabilidad, que es calmo como consecuencia de estar en sí mismo, ya ha encontrado su sitial, viviendo el regocijo interior.
¡Oh, caminante, deshazte de lo innecesario en tu mochila! Si así lo hiciste, tu paso será más ligero; deja de lado el apego pasional, no te entregues al odio, y el amor trascendente será tu aliado.
No te dejes arrastrar por las impresiones de los cinco sentidos, instruméntate del sexto sentido, el sentido del alma trascendente y, a través de él, manéjate.
Trata de percibirte a ti mismo, caminante, y no te descuides, porque, si te pierdes, ayudarás a otros a perderse en el camino. No dejes que tu conciencia vague apegada a tu naturaleza inferior, porque si así te descuidas, la pesada bola de acero de tu grillete te estancará a ese sitio y sólo te acarreará dolor, tristeza y desazón, nublando tu entendimiento.
Sin conocimiento no hay guía segura; sin guía interior segura, nunca se alcanzará la sabiduría.
Un caminante que ha vaciado su hogar de objetos innecesarios, haciendo que su mente participe de su paz interior, se regocija en el hallazgo de esa verdad.
Aquel caminante que ha descubierto lo temporal en lo temporal y lo superfluo en lo superfluo, es porque ha encontrado al profundo intemporal.
Caminante, trata de escuchar estos consejos, de alguien que se equivocó antes que tú: estate atento hacia dónde diriges tus cinco sentidos y subordínalos al sexto (el del alma trascendente), aprende a respetarte a ti mismo y a los demás, moderado al seguir tu propio sentido; préstale atención a tus compañeros de ruta y aconseja sólo lo necesario, no antes de haber observado.
Deberíamos vivir dando en equidad y justicia, siendo operativos en nuestro vivir; luego, al tornarnos armónicos, el sufrimiento se desvanecerá.
Así como las plantas, al llegar el verano, pierden sus flores, así la conciencia debería trascender su propia pasión y el generar odio.
El caminante que ha armonizado su cuerpo, su habla, su mente, su intención, y ha dado respuesta a su necesidad profunda e inegoísta, ha encontrado la paz en sí mismo como respuesta. Su necesidad inegoísta ha sido satisfecha y camina libre por el mundo.
Trata de despertarte a ti mismo, haz el esfuerzo; examínate por ti mismo; así, protegiéndote a ti mismo, atento a las distintas realidades, vivirás en el regocijo de la responsabilidad de tu propia vida, la única que tienes.
El Ser trascendente es la esencia del espíritu interno; el Ser trascendente es el hogar y refugio del espíritu interno; deja que él, que eres tú, manifieste su armonía en ti siendo uno con él.
El caminante que ha encontrado armonía en su interior y paz, siguiendo la ética de su espíritu interno y realizando lo necesario, halló el logro esperado, el primero de muchos peldaños que se abren ante su paso (Brahma-Samipya).
Aquel que, aunque joven caminante, ha encontrado, sigue y persiste en su sentido interior, haciendo lo necesario, comparte su logro con los demás y no lo guarda para sí, como una necesidad imperiosa.
Es bueno moderar la sensibilidad, el habla, los pensamientos, en todo aquello que sea necesario. El caminante, el hacedor, debería moderar tanto sus actitudes internas como sus acciones.
Aquel que es moderado en su mente, aquel que es moderado en sus emociones, aquel de moderado espíritu y de moderada alma, moderado en el hablar; aquel que, habiendo encontrado moderación en sí mismo, se ha encontrado a sí mismo, a ése se lo considera caminante.
El caminante de moderado habla, que ha encontrado humilde sabiduría en su interior, que comparte su conocimiento y su entender, su palabra es dulce y contenedora.
Aquel Ser, que ha encontrado la verdad interior, reflexionando en dicha verdad, en medio de ella, actúa desde sí.
Que sostenga y valore, lo que ha encontrado; en él no hay envidia; un caminante que envidia a otros, todavía no se ha encontrado a sí mismo.
Un caminante que poco posee, respeta lo que tiene y alcanza respeto dado por el mundo; así va purificándose a sí mismo.
Aquel que ya no se identifica con aquello que fue y no lamenta lo que ya no es, considerando sólo esencialidades, de ése se puede decir que está en su camino.
El caminante que actúa con amabilidad, que es calmo como consecuencia de estar en sí mismo, ya ha encontrado su sitial, viviendo el regocijo interior.
¡Oh, caminante, deshazte de lo innecesario en tu mochila! Si así lo hiciste, tu paso será más ligero; deja de lado el apego pasional, no te entregues al odio, y el amor trascendente será tu aliado.
No te dejes arrastrar por las impresiones de los cinco sentidos, instruméntate del sexto sentido, el sentido del alma trascendente y, a través de él, manéjate.
Trata de percibirte a ti mismo, caminante, y no te descuides, porque, si te pierdes, ayudarás a otros a perderse en el camino. No dejes que tu conciencia vague apegada a tu naturaleza inferior, porque si así te descuidas, la pesada bola de acero de tu grillete te estancará a ese sitio y sólo te acarreará dolor, tristeza y desazón, nublando tu entendimiento.
Sin conocimiento no hay guía segura; sin guía interior segura, nunca se alcanzará la sabiduría.
Un caminante que ha vaciado su hogar de objetos innecesarios, haciendo que su mente participe de su paz interior, se regocija en el hallazgo de esa verdad.
Aquel caminante que ha descubierto lo temporal en lo temporal y lo superfluo en lo superfluo, es porque ha encontrado al profundo intemporal.
Caminante, trata de escuchar estos consejos, de alguien que se equivocó antes que tú: estate atento hacia dónde diriges tus cinco sentidos y subordínalos al sexto (el del alma trascendente), aprende a respetarte a ti mismo y a los demás, moderado al seguir tu propio sentido; préstale atención a tus compañeros de ruta y aconseja sólo lo necesario, no antes de haber observado.
Deberíamos vivir dando en equidad y justicia, siendo operativos en nuestro vivir; luego, al tornarnos armónicos, el sufrimiento se desvanecerá.
Así como las plantas, al llegar el verano, pierden sus flores, así la conciencia debería trascender su propia pasión y el generar odio.
El caminante que ha armonizado su cuerpo, su habla, su mente, su intención, y ha dado respuesta a su necesidad profunda e inegoísta, ha encontrado la paz en sí mismo como respuesta. Su necesidad inegoísta ha sido satisfecha y camina libre por el mundo.
Trata de despertarte a ti mismo, haz el esfuerzo; examínate por ti mismo; así, protegiéndote a ti mismo, atento a las distintas realidades, vivirás en el regocijo de la responsabilidad de tu propia vida, la única que tienes.
El Ser trascendente es la esencia del espíritu interno; el Ser trascendente es el hogar y refugio del espíritu interno; deja que él, que eres tú, manifieste su armonía en ti siendo uno con él.
El caminante que ha encontrado armonía en su interior y paz, siguiendo la ética de su espíritu interno y realizando lo necesario, halló el logro esperado, el primero de muchos peldaños que se abren ante su paso (Brahma-Samipya).
Aquel que, aunque joven caminante, ha encontrado, sigue y persiste en su sentido interior, haciendo lo necesario, comparte su logro con los demás y no lo guarda para sí, como una necesidad imperiosa.
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