por Damián
T'ai Chi Ch'uan
Relajación
Ya va un mes de práctica. Los cambios comienzan a hacerse notar. Yo venía de una vida bastante sedentaria aunque en los últimos años había comenzado a estudiar teatro, lo cual al contrario de lo que muchos podrían pensar, es una disciplina que demanda las mismas exigencias físicas que cualquier deporte. De todos modos, el Tai Chi Chuan tiene una exigencia diferente al entrenamiento actoral, porque es mucho más silencioso.
La clase de hoy fue la menos armónica de todas. El cuerpo me dolía hace ya un par de días y tenía más contracturas que nunca. Al finalizar la clase pregunté:
-¿Cómo puede ser que al comienzo, luego de cada clase me sentía bien, y ahora que llevamos un mes haciendo la práctica, en vez de sentirme mejor me siento más contracturado que nunca?
-Sucede –respondió el instructor-, que cuanto más practican, más perceptivos se vuelven. No es que antes esas contracturas no estaban y aparecieron ahora. Sino que esas contracturas siempre estuvieron, solo que usted no podía percibirlas, porque su conciencia estaba tan anestesiada que ni siquiera podía notarlas. Son lo que se llama dolores sordos. Son dolores escondidos en los pliegues musculares, que alguna vez se generaron y el organismo no fue capaz de detectarlos, debido a la sutilidad; o simplemente se fue adaptando al dolor al punto tal de que dejo de sentirlo. Pero el dolor no se fue, sino que se escondió. Pero ahora, como empezaron a trabajar con energía, la fluidez de su organismo no es la misma que antes, sino que está más afinado, y lo que antes era un sutil dolor intermuscular, ahora es una piedra indisimulable en medio del camino. Al despertar el mundo de la energía, la realidad física comienza a ser cada vez más densa, y lo que antes era invisible, ahora comienza a hacerse visible.
-¿Pero eso quiere decir que cada vez nos vamos a sentir peor? -dije- Porque es evidente que estamos llenos de dolores sordos en nuestro cuerpo que todavía no llegamos a notar.
Eso depende- respondió-. Si yo detecto un dolor que antes no me era evidente, y no hago nada para disolverlo, seguramente me voy a sentir cada vez peor, porque ese dolor va a llamar a otro dolor y con el tiempo voy a ser una gran contractura, y cada vez me va a resultar más difícil deshacer ese cúmulo de dolor. Pero si yo, cada vez que veo un dolor, lo disuelvo, no hay problema porque ya lo resolví. Después aparecerán más dolores, pero mientras tanto estoy bien. Claro que es difícil llegar a un estado de plenitud tal que ningún dolor me aqueje… aunque tampoco habría que descartar tal posibilidad. De hecho muchas religiones del mundo, aseguran haber hallado el camino hacia ese estado de no dolor. Aunque teniendo en cuenta que llevan un mes de práctica, por el momento, lo mejor es que se ocupen de disolver los dolores sordos, uno por uno, y en la medida que hagan eso, van a ir abriéndose nuevas puertas, para nuevas experiencias. Pero en el Tai Chi Chuan, no es posible saltarse etapas, todo se hace paso a paso, escalón por escalón, y es una tarea siempre lenta, pormenorizada, por lo cual una de las principales cualidades que debe tener un practicante es paciencia.
-Y siendo que al practicar no solo trabajamos sobre lo físico y lo energético -agregué- sino que también lo hacemos sobre lo emocional y lo mental ¿Es posible que haya dolores sordos en estos niveles también?
-Si- dijo lacónicamente el instructor y se quedó un momento mirando el vacío, como si se estuviera acordando de algo. Luego retomo el hilo de su respuesta -El ser humano es una conciencia, que se vale de cinco vehículos para manifestarse en este mundo. Tiene un vehículo físico, energético, emocional, mental y espiritual. El dolor en realidad es uno, solo que al expandirse por los vehículos se presenta en cinco formas diferentes.Una contractura muscular, tiene su correspondencia en el plano energético, emocional, mental y espiritual. Porque el ser humano es una conciencia cuyos vehículos están íntimamente interconectados, al punto de que lo que sucede en un plano se traduce en los otros cuatro indefectiblemente. Al practicar la forma del Tai Chi Chuan, la clave para detectar estos dolores sordos es la relajación. Al relajarse, uno lo que hace es ir hacia abajo. Es como un gran derrumbe, un terremoto en donde lo que no tiene base firme cae. Los dolores son generalmente cúmulos desarmónicos que se incorporan desde lo exterior, y lo exterior es siempre superfluo respecto de lo interior. De modo que al relajarnos lo que hacemos, es ir hacia adentro, y en ese ir hacia adentro todo lo que no es interior se hace evidente. En este caso se evidencia como dolor, y en la medida en que eso no nos ayuda a mejorar, lo vamos descartando. Claro que no es algo sencillo. Uno al relajarse, comienza a discernir lo que nace de uno, y lo que le fue impuesto desde el exterior. Después el hacer algo para cambiar esa situación ya depende de lo que cada cual realmente quiera. El ser humano es un ser tan profundo, que las posibilidades más insólitas, pueden suceder.
Así habló y todos quedamos un rato en silencio, pensando, recordando situaciones relacionadas con dolores del pasado. Luego la conversación siguió, mis compañeros también tenían dudas respecto de la práctica del Tai Chi Chuan. La tarde caía y la noche comenzaba anunciarse. Era invierno, hacía frío y practicábamos al aire libre, en el bosque. La clase terminó. Cada uno se fue a su casa, pensando que en dos días volveríamos a practicar esta disciplina que nunca parecía agotar su fuente de conocimiento.