Tai Chi Chuan
El Tai Chi Chuan Como Drama Iniciático
(5ta parte)
Apoyarse En El Hombro
Luego de juntar las manos, uno se apoya en el hombro, tres veces. Este movimiento está en relación con la solidez y el enraizamiento, con la montaña. Y el número de veces, con los niveles de conciencia del Ser humano: tierra, humanidad y cielo.
El significado esotérico de la forma, iluminado para la mente, se va desgranando de esta manera: percibiendo las correspondencias macrocósmicas y numéricas del movimiento.
Hay dos realidades más profundas que la palabra y éstas son justamente: las imágenes y los números, en ese orden.
El plano discursivo aparece recién en tercera instancia. Hay un sentido que se vierte en cascada, desde el plano más sutil hasta el más denso.
El orden jerárquico, desde lo denso a lo sutil sería, por lo tanto: la palabra, la imagen y el número, porque el mismo no tiene representación, sino que es en si una porción de inmaterialidad; por último, el Tao, el sentido universal.
De modo que cuando nosotros realizamos la forma del Tai Chi Chuan, desde un sentido dramático iniciático, esta jerarquía esta presente, porque es justamente lo que, le da sentido a la profundización.
Uno profundiza hasta llegar al Tao.
Uno practica hasta encontrarse con el Tao.
Allí reina el silencio. No hay principio ni fin, es y no es. Ni es, ni no es.
Una vez que uno se encuentra con el Tao, el único sentido reside en la acción silenciosa del Tai Chi Chuan...
Retornando al movimiento de apoyarse en el hombro, las claves de interpretación dramática son la montaña y el número tres.
De modo que una vez que me frecuencio con la naturaleza de la montaña, para despertar en mi su esencia de sostén e inmovilidad; profundizo tres veces.
Tomo contacto con la montaña terrestre.
Luego con la energía de la montaña.
Luego con su espíritu...
Soy tres veces la montaña para llegar a su cuerpo, a su corazón y a su esencia.
Por eso esta forma de practicar, si bien está en relación con la técnica propiamente dicha, está en unión al espíritu de ésta. Al universo interior, que se desencadena al practicar.
Allí esta el foco de atención.
Allí esta el trabajo, en ese plano que es invisible para el resto.
El significado esotérico de la forma, iluminado para la mente, se va desgranando de esta manera: percibiendo las correspondencias macrocósmicas y numéricas del movimiento.
Hay dos realidades más profundas que la palabra y éstas son justamente: las imágenes y los números, en ese orden.
El plano discursivo aparece recién en tercera instancia. Hay un sentido que se vierte en cascada, desde el plano más sutil hasta el más denso.
El orden jerárquico, desde lo denso a lo sutil sería, por lo tanto: la palabra, la imagen y el número, porque el mismo no tiene representación, sino que es en si una porción de inmaterialidad; por último, el Tao, el sentido universal.
De modo que cuando nosotros realizamos la forma del Tai Chi Chuan, desde un sentido dramático iniciático, esta jerarquía esta presente, porque es justamente lo que, le da sentido a la profundización.
Uno profundiza hasta llegar al Tao.
Uno practica hasta encontrarse con el Tao.
Allí reina el silencio. No hay principio ni fin, es y no es. Ni es, ni no es.
Una vez que uno se encuentra con el Tao, el único sentido reside en la acción silenciosa del Tai Chi Chuan...
Retornando al movimiento de apoyarse en el hombro, las claves de interpretación dramática son la montaña y el número tres.
De modo que una vez que me frecuencio con la naturaleza de la montaña, para despertar en mi su esencia de sostén e inmovilidad; profundizo tres veces.
Tomo contacto con la montaña terrestre.
Luego con la energía de la montaña.
Luego con su espíritu...
Soy tres veces la montaña para llegar a su cuerpo, a su corazón y a su esencia.
Por eso esta forma de practicar, si bien está en relación con la técnica propiamente dicha, está en unión al espíritu de ésta. Al universo interior, que se desencadena al practicar.
Allí esta el foco de atención.
Allí esta el trabajo, en ese plano que es invisible para el resto.
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