Soplan Vientos De Cambio...


martes, 1 de marzo de 2011

Novela "El Río Oculto" - Capítulo VIII

por Viento De La Mañana

Novela “El Río Oculto”

Capítulo VIII

"Lagunas"


El mediodía llegó. Todos quedaron durmiendo por ahí, en el campo, bajo los árboles, a orillas del río, entre los yuyos. De a poco se fueron acercando al living para preparar unos mates. La víbora se había acostado temprano porque decía que estaba cansada, así que se había levantado muy bien. Hablando con el enlazador de mundos, resultó ser que éste no se acordaba mucho de la noche anterior. Tenía algunas lagunas en su memoria; se recordaba haciendo malabares con fuego, de hecho tenía algunas quemaduras, pero nada más. Los otros tampoco se acordaban mucho, y algunos se levantaron con un gusto agrio en la boca, como si hubieran comido limo del río. La víbora se divertía con los relatos, los ojos le brillaban y se reía con el rostro pétreo como una estatua. Apareció entonces el paseador de perros con la guitarra en la mano y todavía muy dormido. Recién se levantaba. Se sentó y cuando quiso tocar se
dio cuenta que la guitarra estaba rota y quemada.
-¡Hey! ¿Qué paso?, dijo, balbuceante.
Nadie supo responderle. Unos reían incongruentemente. Él miraba la guitarra e intentaba hacer memoria, pero sólo tenía flashes fotográficos de fuego, sonidos y sombras…cosas que pasaban y algo más. Tenía la visión de estar en el monte desnudo y acercarse al río escondiéndose para que la muchacha que está en el río lavando la ropa no lo vea. Entonces salta y mirándola a los ojos dice: - ¡Ah, la naturaleza! La muchacha ríe e intenta salir corriendo, pero él la toma por los hombros y caen al río. Y, arrastrados por la corriente, van a parar a una pequeña playita desierta, donde, bañados por la rojiza luz de la mañana, se besan sin tocarse.
El sonido de la guitarra cayendo contra el suelo despierta al paseador del letargo en el que había caído. Su mirada se había perdido en esa visión interior. Pero había vuelto en sí y buscaba una respuesta. En eso apareció el fotógrafo e inmediatamente todos le pidieron que traiga la cámara para ver las fotos de la fiesta. Pero cuando regresó con la cámara no había nada raro, digno de sorpresa. Evidentemente se había quemado. Alguien se la habría olvidado al lado del fuego. Y lo de las cuerdas era muy factible que, alguien, queriendo afinarla las haya cortado. Las lagunas de memoria en los ebrios son normales, sobre todo si la damajuana es “Tío Ernesto”.Todos se olvidaron del misterio de la guitarra y retomaron su vida cotidiana.
El filósofo había presenciado en silencio toda la charla. Él tampoco recordaba mucho… y al mirar a sus compañeros se le vino a la mente algo que le había pasado hace algunos días.
Estaba en “la ciudad donde todo se vende”, acompañando a dos chicas a tomar el colectivo. Resultó ser que el transporte era una Traffic privada.
-Vamos a una conferencia sobre “Cosmosofía”, dijo una de las chicas. ¿Querés venir?
El filósofo dudó un segundo.
-Es gratis-, continuó ella, -el transporte, la entrada y hasta capaz que nos dan un menú vegetariano-
Empezó a llegar más gente, algunos eran de la zona, pero la mayoría eran turistas. Mientras tanto Marcia, una de las encargadas de la charla, interiorizaba a los tres jóvenes en la filosofía de su comunidad.
-“Sierras del paraíso”, es un lugar maravilloso, dijo. Hay una sala de conferencias, granero, cocinas, huertas y muchas habitaciones para que se quede la gente que lo desee. Mucho verde, agua, sierras, luna, estrellas… Todos los sábados hacemos estos viajes hasta las “Sierras del paraíso” para que la gente conozca quiénes somos, lo que hacemos.
-¡Es hermoso!-, interrumpió una mujer mayor vestida sencillamente, -un pedacito de cielo en la tierra. Cuando las conozcan no se van a querer venir.
La camioneta arrancó. El filósofo aceptó de buen grado la invitación. Quería ver de qué se trataba eso de la cosmosofía y las sierras del paraíso.


 

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