Soplan Vientos De Cambio...


martes, 1 de marzo de 2011

Cuento "El Prodigio" - Capítulo III - Parte 1

por Azrael

El Prodigio


Capítulo III – Parte 1

Selene y Sachiel se hicieron muy unidos, casi inseparables. Sachiel, más allá de querer ayudarla y estar firmemente determinado a lograrlo, veía a Selene con otros ojos. Era algo que a él no le pasaba desde hace mucho, y cada vez que veía a Selene después de haberse despedido el día anterior, su corazón latía más fuerte y la emoción llenaba su Ser. Él no quería decirle esto a Selene hasta no estar seguro de lo que él era en su vida y de cómo ella lo veía. El deseo de Sachiel, además de ayudarla, era mimarla, cuidarla, estar a su lado, hacerle saber (y demostrarle con hechos) cuánto le importaba ella a él, quererla con todo su corazón y, por la naturaleza de su alma, hasta dar su vida por ella, por lo que sentía dentro de él.
De a poquito, Selene fue correspondiendo a los sentimientos de Sachiel. Era la primera vez que ella se sentía así y que sentía por dentro que ella era importante para alguien. Cada vez más los dos se sentían bien cerca el uno del otro, reían, estaban contentos, sonrientes, se divertían...y un buen día, de repente, Sachiel le dio un beso muy suave y largo a Selene, quien le correspondió abrazándolo mientras él la besaba. Estaba todo dicho, pero igualmente Sachiel le pidió a ella si quería ser su novia. Obviamente, Selene aceptó enseguida. Parecía una formalidad, pero ambos estaban encantados por lo que sentían el uno por el otro. Nunca antes se habían sentido así de felices.
Según iban pasando los días, el cielo se iba despejando de nubes y el sol, de a poco, volvió a brillar. Los días eran primaverales, extraordinarios para salir a pasear por la comarca, llena de verdes prados y de lagos cristalinos. Selene y Sachiel aprovecharon para salir a pasear y seguir queriéndose más que nunca. Sucedió que Selene notó que Sachiel llevaba en su mano derecha la vara con la cual se presentó ante el rey. Ella le preguntó qué era eso, ya que nunca lo había llevado en ninguna de sus visitas. Sachiel le explicó que era una vara o báculo que llevaba en su extremo superior el símbolo de Júpiter, planeta y dios que regía la constelación de Sagitario, el centauro. Selene lo miró asombrada, ya que Sachiel lo decía como quien dice “Hola”. Él comprendió su asombro y le confesó que era mago. Le aclaró a Selene que él se había comprometido ante los Seres celestiales a decírselo sólo si se daba la oportunidad y era necesario. Selene comprendió y empezó a preguntarle muchas más cosas...
En un alto del paseo, Selene y Sachiel se sentaron a descansar a la orilla de un hermoso y límpido lago. Ella le preguntó por qué hoy sí había traído su vara y cuando iba a visitarla, no. Sachiel le aclaró que, cuando ambos estaban dentro del castillo, estaban protegidos y, por ende, no necesitaba la vara. Sin embargo, hoy estaban fuera del castillo y, siendo tan grande el territorio del reino, podría haber muchos peligros amenazantes, algunos visibles y otros (la gran mayoría), no. Sachiel le dijo a Selene que, mientras él estuviese con la vara, estarían protegidos de los Seres visibles e invisibles que no tuviesen buenas intenciones. Además, le recordó a ella que él la protegería con su vida si fuese necesario. A Selene el sólo pensar en esto último le heló la piel, así que prefirió hablar de otro tema.

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