por Damián
T'ai Chi Ch'uan
Visiones
El día es caluroso, el invierno comienza a irse. Esta vez elegimos un sitio entre los árboles para realizar la práctica. El sol flotaba entre inocentes nubes, los árboles dibujaban con sus sombras, inesperados jeroglíficos en la tierra. La clase tuvo una frecuencia celestial. Mientras hacíamos la forma, pensaba que los seres invisibles, que viven más allá de la materia, debían hacer algo parecido a esto en sus academias, si es que los seres invisibles asistían a academias, y si es que tales seres existían, lo cual a mi no me cabía la menor duda, aunque si tuviera que probarlo con argumentos racionales sería una difícil empresa, ya que la certeza interior, ciertamente es algo intransferible. La forma terminó y vinieron las preguntas. Mi compañero comento algo de la energía, que había comenzado a sentir una especie de cosquilleo en sus manos. Yo dije algo de los seres invisibles, y el instructor comento que ellos vienen desde el otro mundo para ayudarnos a corregir la forma. Luego llegó el turno de la única dama que componía nuestro grupo. Ella hizo el siguiente relato.
-Sentía la energía de ellos en oleadas enormes, dijo refiriéndose a nosotros, eran como olas de mar que surgían de sus conciencias. Era algo hermoso y reconfortante verlos brillar de esa manera. Luego entré como en una zona de incertidumbre y comencé a flotar, flotar. Luego ese flotar se fundió en una tenue levitación y ahí fue cuando comencé a verlo… era un cuadrado rojo que danzaba al frente mío. Se movía con la gracia de un bailarín ruso y no dejaba de danzar; aquí, allá, danzaba y danzaba como si flotara en un océano. Después pareció hundirse en la luz y dejo paso a un círculo de mayor tamaño. El círculo ardía como si su estuviera hecho de fuego, y toda su forma despedía fulgores anaranjados amarillos y violáceos. El círculo se aproximaba y comenzaba a agrandarse, se agrandaba, se agrandaba hasta que desapareció de mi campo de visión. Después no sé bien que pasó, la imagen comenzó a transformarse, mi visión se enfocó en la sombra de los árboles, y de a poco fui viéndolos a ustedes, y la práctica concluyó. ¿Qué significa esa visión que tuve? Preguntó al instructor, dando por terminado su relato.
Con mi compañero nos miramos asombrados de lo que habíamos oído, nuestras experiencias estaban muy lejos de esa frecuencia. Ni siquiera habíamos sentido las oleadas de energía que manaban de nosotros. El instructor vio nuestras caras, luego miró a la dama, y dijo sonriendo.
-La conversación al final de la práctica tiene como objetivo, entre otras cosas, la de compartir experiencia. Ya que puede suceder que la experiencia de uno ayude al otro, en algún momento de su vida. Pese a la diversidad que implica ser humano hay un sentido definido en el crecimiento espiritual de cada ser. Los caminos son todos diferentes, pero todos tienen la misma extensión. La escalera de cada uno es diferente, pero todas tienen los mismos peldaños. La experiencia de ella, dijo mirándonos, aunque hoy no puedan comprenderla claramente, puede ser que en algún momento les sea de utilidad, porque lo que ella acaba de vivir es uno de esos peldaños en su escalera individual, es un paso que dio, en el sendero propio que transita en su ascenso a la cima de la montaña. Los símbolos son arquetipos que en cada ocasión significan lo mismo o algo diferente, por eso hay que saber como leerlos. Lo que sucedió, dijo mirándola a ella, es que usted ha entrado en un cambio de frecuencia. El cuadrado que danzaba representa el anuncio de dicho cambio. El cuadrado danzando es el mundo concreto que comienza a desaparecer gracias al influjo musical armónico del nuevo mundo que se aproxima, la esencia del mundo concreto se vuelve música y comienza a fluir hacia la nueva realidad. Por eso después aparece al círculo, porque el círculo es el portal que conduce a la otra dimensión, y las paredes de ese círculo se ensanchan cada vez más porque su ser esencial está emprendiendo el acceso a esa nueva realidad. Y finalmente el círculo es ígneo, porque la nueva realidad que se aproxima es de naturaleza más espiritual que esta. El fuego es espíritu, y el círculo es perfección.
Así concluyó su explicación. La dama hizo algunas acotaciones a las palabras del instructor, pero se sintió conforme con la interpretación que hizo. Evidentemente se me habían escapado varias cosas de la visión y su explicación. El diálogo que mantenían me superaba, hablaban de círculos, espíritu, portal dimensional, esencia, etc. Conceptos que yo sabía que significaban, pero me daba cuenta de que ellos, por su nivel, tenían una compresión diferente de la que yo tenía. Me quedé en silencio y escuché lo más atentamente que pude.
-Cada uno está en su camino, repitió el instructor, nadie es mejor que nadie, porque todos son diferentes y tienen diferentes necesidades. En Tai Chi Chuan no hay competencia, hay compartir experiencia. Esa es la forma en que se manifiesta el universo, y es también el orden que seguimos en esta práctica: la diversidad suma y unifica… paradójicamente. Pero es así.
Esas palabras aquietaron mi mente, y ya no trate de descifrar el enigma de la visión de mi compañera, eso era algo que le incumbía a ella. Y a partir de allí simplemente deje que mis pasos, guiaran mi conciencia hacia mi hogar.
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