Soplan Vientos De Cambio...


miércoles, 17 de noviembre de 2010

Reportaje a Annie Wood Besant (3ra parte)

por Uriel

Annie Wood Besant

Nota Biográfica

3ra Parte

Luego de haber bebido algunas tasas de café y ella otras de te, continuamos con nuestra charla, la cual por momentos se hizo informal y alegre, poco a poco nos fuimos acercando a lo más importante de este reportaje. Un reportaje un poco extraño, por como se fue desarrollando.
Annie: - Sabía Ud. ¿qué a principios de 1889 yo me dedicaba al periodismo?
Uriel: - Si. Lo sabía. Ya que lo había leído en su autobiografía. Por ende debo felicitarla por como, parte suya, ha colaborado en el desarrollo de este reportaje tan inusual e improvisado de muy buena forma.
Annie: Por aquel entonces trabajaba en estrecha colaboración con el Sr. W. T. Sead; quien era una persona de convicciones cristianas. Fue en aquel entonces que estando trabajando con él llegaron a mis manos para hacer una crítica literaria  los primeros gruesos volúmenes de de la incomparable obra “La Doctrina Secreta”, cuyo subtitulado es: “Síntesis de la Ciencia, de la Religión y de la Filosofía” cuya autora no era nada más ni nada menos que la Sra. Helena Petrovna Blavatsky.
Los llevé a mi casa y al comenzar a leerlos, la primera sensación que sentí fue la de estar frente a la creación en forma global. Al internarme más y más en la obra, fui descubriendo y viendo como los velos se abrían como los grandes cortinados del teatro de la ópera y…
Uriel: - se puede decir que comenzó relacionarse con lo que siempre fue su pasión, por llamarlo así.
Annie: - ¡Si! Se puede decir que sí. Pues todo me era familiar… “¡Cómo volaba mi mente, presintiendo las conclusiones! ¡Cuán natural me parecía todo y cuán coherente, sutil e inteligible! Me sentía maravillada y ofuscada a la vez debido a luz que esos escritos me trasmitían y me mostraban un “Todo y sus partes a la vez”, pudiendo, a través de ellos aprender a resolver mis dificultades, enigmas y problemas”.
Uriel: - Pero… ¿Pudo realizar la crítica sugerida?
Annie: - Claro que ¡si!, mi estimado Uriel… claro que si la hice. Con gran entusiasmo… Y así como Ud. hoy me visita, lo mismo hice yo; le escribí a la Sra. Blavatsky pidiéndole visitarla. Su respuesta no se hizo esperar y me recibió con un gran apretón de manos y una gran exclamación: “¡Oh mi querida Sra. Besant, hace tanto tiempo que deseaba conocerla!"
Uriel: - Pero ¿cómo ingresó Ud. a la Sociedad Teosófica? ¿Fue en aquel instante? ¿Cómo fue que se comprometió?...
Annie: - No fue en esa oportunidad, sino que, hubo una segunda oportunidad y en dicha ocasión me miró penetrantemente y me dio para que leyera un documento, de la Society for Psychical Research, antes que me decidiera.
Pues lo leí, detenidamente y luego solicité mi pedido de ingreso a la Sociedad Teosófica. Luego de recibir la repuesta positiva, me dirigí a la casa de la Sra. Blavatsky y he aquí el relato de aquél encuentro: “me encontré a solas con ella, me aproximé, me incliné,y le besé sin decir una sola palabra, -¿Ud. ingresó a la Sociedad?- si, respondí -¿Leyó el relato?  - ¿sí?…
Fue cuando caí de rodillas ante ella, apreté sus manos entre las mías y mirándole a los ojos, respondí:
“¿Quiere aceptarme como discípula y darme la hora de proclamarme al mundo como mi instructora?”Su austero semblante se modificó y sus ojos se llenaron de lágrimas, después, con gran dignidad colocó sus manos sobre mi cabeza, diciéndome: “¡Que noble mujer es usted! ¡Qué el maestro le bendiga!"
A partir de ese momento y muchos años fuimos inseparables amigas, desde el corazón, desde nuestro ser interior; por lo cual mi entusiasmo por revelar y difundir su gran obra fue aumentando y aumentando…
Uriel: -Seguramente recibió todo clase de elogios, respecto de todo ese “gran amor y amistad entre ambas" ¿no es cierto?
Annie: - Digamos que si.
Uriel: - ¿Digamos que eso no suena muy convincente?
Annie: -Así es mi estimado Uriel. Y no lo voy a negar. Le paso explicar. La Sra. Blavatsky fue, es y continuará siendo una gran Mujer, en todo sentido. Una mujer dócil, sutil y agradable. También muy sincera, franca y directa para decir lo que tenía que decir y hacer lo que tenía que hacer. No voy a negar que, entre ella y yo hubiera una gran amistad, ni que haya recibido elogios de toda índole de su parte. Pero no siempre era así.
Uriel: -¿Qué me está queriendo decir con eso? – con una sonrisa un poco irónica me respondió.
Annie: - No sea tonto mi estimado Uriel. Madame Blavatsky, fue una gran mujer pero no porque sólo se haya destacado por su gran obra. Lo fue porque tenía carácter y un gran sentido de la vida…dado  que tuvo enfrentarse con personas y entidades de mucho poder; con lo cual no siempre se encontraba de buen humor y no por maldad. Sino porque muchas veces se requiere carácter para sostener un proyecto de semejante magnitud, de alcance mundial y universal; “jamás lo iba adular baratamente, en todo caso si lo llegaba hacer, era para dejarlo en ridículo”, “eso si, siempre con amor y desde mi yo interior”.
Uriel: -¿Pero lo que ud. me acaba de relatar no figura en su auto biografía ni en la de otros autores?
Annie: - Sucede que es más lindo y más fácil contar lo bello, lo amoroso, lo intrascendente, lo banal y rellenar con pinceladas lo más importante. Pero ud. goza de un gran privilegio le respondo con la verdad, desde mi experiencia, le respondo lo que lo otros no quieren decir porque no comprenden la Magnitud de esta Misión.
Atónito a todas sus respuestas no realicé ninguna pregunta, sólo me limité a escucharla y luego transcribir lo que consideré de gran importancia por su contenido, nada más.
Uriel: -¿Qué me puede decir de su propia oratoria dado que fue considerada una gran oradora?
Annie: -No. Nunca me consideré una gran oradora, porque nunca me lo creí. Era algo innato en mí. Le explico. Si lo fui, fue porque al público al cual me dirigía siempre lo consideró así y no porque gozara de una gran dialéctica, pues nunca la tuve. Lo que si sabía era como pararme ante el público en general o uno determinado, pues era algo que conocía en mi misma. Con el correr de los años fui formando mi propia dialéctica, pero nunca estudié para ello.
Uriel: -¿Qué pudo hallar para Ud. en el campo de la teosofía?
Annie: -Tuve la posibilidad de conciliar mi naturaleza mística con una sólida filosofía, o sea, conciliar las cosas físicas, con la ciencia de los mundos suprafísicos, la libertad del pensamiento y de expresión, con una rigurosa noción del sentido de la “ética, el deber, la responsabilidad”, principalmente “pude identificarme a mi misma, pude hallarme como un ser totalmente individual y a la vez parte de todo lo que me rodea, como también de  un ser divino trascendente. Así mismo pude hallar esa Sabiduría Universal y Perenne; donde las religiones y el conocimiento espiritual sólo forman parte de un “Todo” que todavía desconocemos. Un Todo, que la humanidad deberá aprender a conocer a través de nuevas instrucciones.



Uriel: -¿cuáles considera Ud. sus que han sido sus mejores libros?
Annie: - Las hay muchas. No tengo una preferida, pero... las que causaron mayor sensación para la época fueron cuatro: “El Cristianismo Esotérico, El Mundo de Mañana, La Genealogía del Hombre y Siete Grades Religiones”. Sobre todo las que más impactaron fuero estas dos últimas, dado que formaron parte de una serie de conferencias, que eran imprescindibles hacer conocer a la humanidad.
Durante sus cuarenta y cuatro años de trabajo y servicio, como miembro de la Sociedad Teosófica la Sra. Annie Besant realizó incontables charlas, conferencias, disertaciones, escritos, ensayos, boletines.
También se hizo valer ante sus oponentes, quienes muchas veces hasta le saludaban con disimulada gracia. Por aquellos años fue un ser de gran magnetismo, encanto y popularidad, con un gran sentido de la autoridad. Y, como ella misma me supo responder fue construyendo su propia dialéctica y oratoria; a través de su profundo conocimiento; a través del cual supo construir las imágenes necesarias para darle luz a sus ideas con sólidos argumentos.
Fu así que en 1907 luego de la muerte del Coronel Olcott, quien fuese sucesor de Madame Blavatsky como presidente de la Sociedad Teosófica, le tocara a ella dirigir como nueva presidente dicha sociedad; cargo que ejerció hasta su muerte años con gran liderazgo y admirable genio y capacidad le dieron a la Sociedad Teosófica un sentido “Trascendental”; para lo cual tuvo que trabajar mucho, con energía y sensibilidad.
Su trabajo en la Sociedad Teosófica hizo que se multiplicara su individualidad, no su personalidad, en un sin fin de múltiples facetas al servicio de la causa de la evolución de la “Humanidad”.
También se puede decir que fue la mentora e impulsora de un nuevo orden espiritual y que ese nuevo sentir debería tener un conductor diferente a ella y lo conocido. Fue entonces que en colaboración con el monseñor “C. W. Leadbeater”, pusieron su atención en la figura de un niño hindú de 13 años : J. Krihnamurti”. Quien llegara ser un ser de notable renombre y uno los mayores pensadores del siglo XX, claro que por diferentes caminos para los cuales fue educado, tomando un rumbo totalmente diferente al que ella se había o le había propuesto.
Uriel: -¿ hoy en día que opinión merece de su parte la obra, los trabajos y los escritos de quien fuera su discípulo, J. Krishnamurti?
Annie: -En un comienzo tanto Leadbeater como yo concluimos que debería ser él en quien dejaríamos nuestro legado. Para ello lo preparamos y lo educamos, pero él optó por caminos diferentes a los nuestros, en un primer momento me arrepentí y mucho, pero con el correr de los tiempos y luego de la 2da. Guerra mundial observé que ese cambio en él fue necesario. La juventud de aquellos nuevos años necesitaba de un orientador o guía diferente. Puedo no estar de acuerdo en un todo con su obra, pero lo que hizo mucho o poco fue necesario que se hiciera. La juventud de aquellos necesitaba romper cadenas y comenzar a conocerse así misma, optar por caminos diferentes y menos autoritarios y él para todos aquellos jóvenes fue su gran orientador. No voy a discutir el como llevó a cabo la tarea, la misión. Si puedo decir que la hizo y bien… nada más.
Uriel: -¿Qué tan gratificante fue en su vida llegar a trabajar en la su “amada India”?
Annie: Fue lo más hermoso. Fue el lugar donde me pude hallar completamente, como también lo fue mi hogar. También fue muy doloroso trabajar en aquel lejano país. La miseria inundaba las calles de aquella provincia del imperio y no sólo me refiero a la pobreza material sino no también a la espiritual. Eran las dos caras de una misma moneda. Hubo que hacer mucho… pero mucho… mucho.
Uriel: -¿Cómo definiría a la India?
Annie: La India es un país que tiene mucho para ofrecer a occidente, si es aún lo conserva, como por ejemplo “el dominio religioso”. Puede os dar una religión científica, cosa que mal siquiera se puede imaginar; dado que aquí en occidente, la religión, frecuentemente, no es más que una creencia ciega o un delirio emocional”. En la India la religión es una cuestión “intelectual y científica, además la psicología hindú hace parte de la religión. Por la tanto la India comprende lo mental y espiritual. La diferencia está en que, la ciencia occidental está limitada al mundo físico; en cuanto a la India es científica en su religión y conduce la ciencia  en el dominio de la psicología, preferentemente al dominio físico”.
Uriel: -¿Cuál fue su mayor contribución para la India?
Annie: -Traté de hacerlo desde varios puntos vista. Considero que mi mayor contribución fue apoyar desde la teosofía el ideal de libertad que propició Gandhi para su nación. Cuando aún no era conocido,
tuve la ocasión de presentarlo en una charla en la inauguración de la universidad de Benares, la primera universidad creada por la sociedad teosófica en la India; fue en dicha oportunidad que le cedí la palabra.
También intervine en los asuntos políticos de la India, cuando aún pertenecía al imperio Británico; llegando a ocupar el puesto de presidenta del Congreso Nacional Hindú.
No sólo intervine en asuntos políticos y sociales sino también como comunicadora fundé varios periódicos, lo cual muchas veces molestó a las autoridades inglesas de turno en dicho país.
Uriel: -Digamos qué Ud. amo tanto la India como a su nación natal?
Annie: - Desde luego que sí. Mi trabajo en ese lejano país puede decirse que fue inmenso, y el amor entregado y recibido por su pueblo y las distintas autoridades religiosas fue superlativo y de gran trascendencia; pudiendo llegar relacionarlas entre sí.
Uriel: -¿a qué cosas nunca le tuvo miedo?
Annie: Nunca tuve miedo de enfrentar al mundo para exponer mis ideas. Siempre encontraba fuerzas, para hablar las cosas, escribirlas o bien actuando cuando era necesaria la ocasión.
Uriel: -¿En qué consistía su natural autoridad?
Annie: -Primero y ante todo en donde y ante quienes estaba parada; luego siempre, trataba, de estar llena afecto y encanto con un toque de elegante altivez, pero sin menos precio de quienes se encontraban a mi alrededor.
Uriel: -¿Se considera Ud. una ardiente peregrina?
Annie: -No lo se, puede ser. Quizás lo sea por todos los lugares, ciudades, campos, países que he recorrido y entre quienes estado brindando mi conocimiento, mi dolor y mi amor.
Uriel: -Cómo despedida ¿qué mensaje le daría a la humanidad de hoy en día?
Annie: -Pues pudo decirles muchas cosas, pero no las comprenderían, pero… Puedo decirles que “Aprendan a Conocerse y Decidir Por Mismos, que no dejen de luchar por sus Ideales… Que Amarse no significa poseerlo todo… porque el Todo es tanto en lo Material como en lo Abstracto y que la Sabiduría no se alcanza por tener un gran caudal Intelectual, sino, por el Conocimiento de la Vida Misma en Todos Sus Aspectos y Facetas.


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