Novela "El Río Oculto" - Capítulo VI

por Viento De La Mañana

Novela "El Río Oculto"

Capítulo VI

"El Tarotista"

La mañana se abre por encima del monte. La noche fue tranquila, pues todos estaban cansados después del descontrol de la llegada. El sol iba alcanzando su cenit, y cada uno buscaba refugio bajo los árboles o dentro del agua. El tarotista se había rodeado de un grupo de gente y daba cátedra acerca del arte de interpretar las cartas.
-“El arte oracular- decía- no es futurología, ni psicoanálisis. Tampoco es un consejo que les doy. Es más bien una radiografía del Ser. Yo soy un puente que canaliza la energía del cosmos, y lo que yo pueda llegar a decir, no es sino, el reflejo de lo que ya está en ustedes.
El discurso resultaba atractivo, y los oyentes hacían cola para que les tiren las cartas. El lo hacía con gusto, pero con medida, ya que decía gastar mucha energía después de cada sesión. Había aprendido a tirar las cartas leyendo “El Tarot” de Osho; y ahora estaba poniendo en práctica sus conocimientos.
-En algún momento de mi vida, estudié filosofía –continuó-, pero abandoné porque el ámbito académico es demasiado cuadrado… A mi me interesan las ciencias ocultas, y la facultad está muy lejos de eso… ellos estudian las ciencias cultas, que para lo único que sirven es para pedir becas, sacar un libro y pedir otra beca más, y así hasta que esos dinosaurios terminan jubilándose. Por eso, ahora soy autodidacta. Después del secundario me dedique al entrenamiento físico, y me licencie en administración de empresas. Y ahora voy a estudiar teatro, porque ahí está la posta de la vida. El mundo no es nada más que la farsa de un Director decapitado…”
 Al principio todos lo escuchaban, pero hablaba mucho, y cualquiera que se pusiera a hablar con él, en algún punto de la conversación terminaba huyendo. Entonces se iba a buscar otra víctima o si no se iba solo a nadar al río, en contra de la corriente, lo cual le parecía el entrenamiento perfecto.
El filósofo mientras tanto flotaba en la vaguedad de su pensamiento, sentado a la sombra de un árbol. Mientras escuchaba al tarotista, esperaba que baje un poco más el sol, para poder salir a caminar por el bosque. Le gustaba caminar durante el ocaso, porque consideraba que era un portal interdimensional, entre el mundo del día, y el mundo de la noche. Y le parecía que el simbolismo de ese fenómeno era demasiado profundo como para dejarlo pasar sin transitarlo. Sin embargo, a pesar de ello, nunca había experimentado nada realmente extraño, en esa hora innominada. Nada al menos, que él considere realmente extraño. La tarde pasaba entre música, mates, cigarrillos, bailes y pan casero. Por fin el sol comenzó a aproximarse al horizonte, entonces el filósofo partió. Disfrutaba caminar por los senderos del monte, sobretodo cuando no conocía el camino. Mientras avanzaba, sentía que su percepción de la realidad se iba refinando, al punto de sentir cada planta, piedra, hoja que tuviera en torno suyo. Se sentía el mismo, como una esfera plateada, de la cual brotaban silos que se conectaban con las cosas del exterior, y lo informaban, de todo lo que sucedía. Miro su mano, y descubrió que sin advertirlo había recogido una semilla:   - Es la semilla de la sabiduría-pensó- solo me resta plantarla, regarla y cuidarla muy bien, para que nada malo le pase mientras crece…
En eso llegó a un pequeño estanque formado en el río, gracias a un dique construido por la mano del hombre. El agua calma reflejaba perfectamente la imagen de los cerros circundantes. -La imagen invertida reflejada en el agua, representa el aspecto femenino del cosmos, pues apunta hacia abajo… hacia la tierra, lo denso, la oscuridad. Además representa la contracara de lo real, ya que el reflejo en el agua es una ilusión. El cerro real es el que apunta hacia arriba. Es el aspecto masculino del universo, es lo alto, lo luminoso, lo celestial… es el Yan, que complementa al Yin…