por Zedekiel
Encuentro
Durante mucho tiempo incorporé la enseñanza de la filosofía a través de innumerables cursos y escritos.
Algo en mi me llevaba a buscar eso, que no sabía que era. Cada instructor, cada docente me brindaba un conocimiento, que yo registraba en cuadernos y carpetas. Ordenadamente en mi interior, un impulso me llevaba a realizarlo. Siempre hacía preguntas y más presuntas seguían naturalmente. Cuando lograba satisfacer mi necesidad simplemente dejaba ese lugar y otro nuevo se acercaba a mí, para dar una nueva posibilidad de aprendizaje. Me entregaba a esa nueva aventura de incorporar nuevos conocimientos, casi sin pensarlo, tan sólo lo decidía y con ello era suficiente.
Aprendí en la vida a no consultar demasiado a otros y, tan sólo dejarme llevar por mi necesidad, mi simple necesidad interior; aunque no supiera bien para que; puesto que el futuro se encargaría de develarme dicha incógnita. Me ocupaba de tratar de saber que era lo que estaba bien y que era incorrecto y que había en mí; lo que lo hacía a través, también de otros, como espejos.
Los filósofos sostenían que, tenían en claro el dilema entre el bien y el mal y su solución. Solo pude tomar de cada uno algunos preceptos aislados y tratar de adjuntar mi vida a ellos. Fue entonces cuando comencé a comprender que sólo extraía lo que necesitaba y nada más.
Muchas veces seguir sus reglas creaba conflictos en mi ser; conflictos que muchas veces no podía resolver y así comenzaba una batalla interna, que no sabía como definir.
“Mi mente aceptaba; mi ser batallaba”.
Por largos períodos dejé todo ello de lado por llevar una vida normal; de acuerdo a los parámetros de la sociedad en que vivía. Tomé las reglas de los otros como lógicas y propias y me dejé convencer por mi mente.
Con el pasar del tiempo vivencié que todo eso llevaba a vaciarme, fue cuando perdí el rumbo y mis ganas. Aún así sabía que la vida me daría una sorpresa, una oportunidad más; cuando llegó a mi la tomé, necesitaba recuperar mi ser y encontrarme.
Necesitaba de aquella oportunidad para volver a respirar aunque más no sea a ratos. Fue así como comenzó a modificarse mi vida, casi sin darme cuenta.
El encuentro se había producido. El encuentro con mi propio Ser.
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