Tai Chi Chuan
El Tai Chi Chuan Como Drama Iniciático
El Tai Chi Chuan Como Drama Iniciático
(22da parte)
Entregar Las Tres Llaves

Al entrar no ve a nadie. Sólo silencio. Camina lentamente por los enormes pasillos, tan grandes que parecieran haber estado habitados por gigantes y no por seres humanos. Al final de un corredor hay una habitación, y otra y otra… Es un gran laberinto donde todo se diluye como si fuera vapor. La mente es un espejo. El corazón, ardientes brasas. El aura luminosa alumbra los corredores sombríos. El cuerpo camina y reposa. El espíritu brilla con luz intensísima, como un astro en la noche sin luna.
Una presencia viene hasta él… es el guardián del portal. El caminante le muestra las tres llaves. La llave de plata, que es el símbolo de su personalidad. La llave de oro, que simboliza su individualidad y la llave de diamante que es la manifestación de su espíritu. El guardián extiende su mano para recibir la ofrenda y le hace entender con tan sólo un gesto, que luego de esto ya no podrá volver atrás. Todo su pasado se borrará definitivamente, al igual que su futuro. El destino de la humanidad ya no será nada para él, porque luego de atravesar la puerta entrará en lo desconocido… donde las cosas no son, ni fueron, ni serán. Ingresará al plano del cual nada puede decirse ni saberse. A la ignota vibración inmóvil del Vacío Primordial.
Tres escalones conducen a la última puerta.
Una vez atravesada todo desaparece, caminante, guardián, castillo…
El bosque virgen respira, con la paz de los recién nacidos.
La perfecta iniciación del Tai Chi Chuan, ha sido consumada.
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