Sueños
Colonizadores
Mi madre prometió regalarme la Luna, por eso fuimos al río. Cuando llegamos estaba allí, en lo alto. "Si la dibujas será tuya", dijo mi madre. Entonces tomé una rama y comencé a dibujarla en la tierra. Estaba muy contento, pronto la Luna estaría en mis manos. Quizás bajaría y se metería en mi pecho o simplemente me acompañaría como una buena amiga. Mis expectativas crecían. Quería dibujarla hasta en sus más mínimos detalles. Hasta que de pronto aparecieron unos hombres montados en caballos. Llevaban trajes de metal y lanzas. Formaron un círculo y dijeron que no se podía hacer más fuego al lado del río, que el Rey lo había decretado así, y que a partir de ahora las cosas serían como ellos dijeran.
Nosotros estábamos un poco alejados de la situación y veíamos todo detrás de unos arbustos. Uno de los hombres sacó una soga y comenzó a enlazar por el cuello a todos nuestros hermanos. Luego se marcharon llevándolos a todos en fila, como si fueran cosas. No les importaba si se caían o se lastimaban, les pegaban, los insultaban y así solucionaban las cosas.
Después de ver esto ya no quise tener más la Luna, estábamos tristes y sólo queríamos regresar a nuestra casa para poder avisarle a nuestra familia de lo que estaba sucediendo.
Estos hombres sólo conocían la violencia. Quizás nosotros tendríamos que comenzar a usarla también en un futuro no muy lejano...
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