Soplan Vientos De Cambio...


lunes, 19 de diciembre de 2011

Dhammapada: Consejos Del Buddha - Capítulo XII

 por Zedekiel y Azrael


Dhammapada
Consejos Del Buddha
 
Capítulo XII

Uno Mismo

Si un Ser se tiene en estima, que se observe cuidadosamente; el buscador de sí mismo debe estar atento durante las tres vigilias de la noche.

Que cada Ser se discipline en la observancia y ejecución de lo necesario, luego recién podrá compartir dicho conocimiento con otros; así el buscador colocará cada cosa en su lugar con respeto y discernimiento.

Si un Ser se hace a sí mismo, como intenta orientar a otros para que sean, estando él mismo contenido, así podrá contener a otros en el respeto; la personalidad es difícil de disciplinar y ser contenida.

Sólo el Ser es el señor de uno mismo, ¡¿quién más podría serlo?! Al contenerse a uno mismo, tiene el Ser la posibilidad de manifestar un señor, cuya nobleza es el origen del respeto.

Lo innecesario realizado por uno mismo, destroza al causante que produce esa acción, como a un tonto, como un diamante logra partir a una piedra preciosa sin esfuerzo.

Aquel que en lo incorrecto está excedido, se rebaja al estado, en donde su enemigo necesita que él esté, para así dominarlo con facilidad, como una planta trepadora logra capturar a un árbol, al cual con sus ramas rodea.

Los actos incorrectos y los actos que dañan tanto a uno mismo, como al prójimo, son sencillos de realizar; lo que es necesario, eso es difícil de realizar, por el Ser conciencia.

Es tonto aquel que desprecia la orientación de aquel que le ofrece, honestamente, ayuda, y sigue los consejos floridos del petulante y sagaz engañador, él produce fruto para su propia destrucción.

Uno mismo es el causante de los propios errores; uno mismo es el causante de las omisiones de lo correcto; sólo uno mismo puede mejorarse por sí mismo. Los actos, la palabra, los pensamientos y la intención son correctas o incorrectas, sólo dependiendo del Ser que las produce; nadie puede determinar lo correcto o lo incorrecto en la vida de nadie.

Nadie puede olvidar la responsabilidad de la propia tarea por cumplir o la de hacer cumplir la labor de otro o de otros: esto es falta y cobardía encubierta; una vez que el Ser descubre, tras largo esfuerzo, su tarea, lo único que le queda por delante es cumplirla de la mejor manera posible, hasta el final.


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