por Uriel
Los 12 Arquetipos Zodiacales
Piscis
Hete aquí, estimado lector, que llegamos al final de la banda de los arquetipos zodiacales. En esta oportunidad conoceremos al último de los tres que se corresponde con la Elementaridad de Agua. Para ello, debemos recordar que se trata de un arquetipo mutable e introvertido, aunque así no lo parezca. ¿A qué me refiero con mutable? Al igual que Géminis, Virgo y Sagitario, Piscis es también un arquetipo zodiacal “dual”. Claro está que dicha dualidad se manifiesta a nivel “psíquico y emocional”, lo que marca sendas diferencias con los demás.
Piscis se presenta como el arquetipo zodiacal más desvalido de los tres que se corresponde con su propia elementaridad, en lo que se refiere a su desprotección “psíquico-emocional”. Para ello, debemos recordar que, al igual que Cáncer y Escorpio, Piscis también carece de dicha protección, siendo para él una cuestión vital. La diferencia con los otros dos es que tanto Cáncer como Escorpio buscan subsanar dicha carencia recurriendo al medio humano en el que se desarrollan y que los rodea; lo que a Piscis le hace falta son esas fuerzas o energías necesarias para ir en búsqueda de ese auxilio, ya que casi siempre se le agotan, o bien viven neutralizando esa lucha interna entre sus dos polaridades psíquicas, una positiva y otra negativa, por lo que hallamos en él una Gran Duda. Es por esto que se caracteriza, entre los arquetipos de agua, por vivir envolviendo al ser humano en lo más profundo de su psiquis, pues llega a vivir una vida “onírica", o "de soñador”, no pudiendo nunca llegar a un estado de vigilia o atención.Los dos “peces” que lo simbolizan están dispuestos en sentido paralelo, pero invertidos, quedando la cabeza de uno a la altura de la cola del otro. Esto, aplicado al estado del Ser de Piscis, lo interpretaríamos así: “un estado psíquico que no tiene dirección propia”, teniendo en consecuencia un estado de oscilación muy sensible respecto de su alma y de su psiquis, pudiendo captar toda clase de energías de ese orden. Es tal el grado de influencia, que muchas veces se deja abarcar psíquicamente por otros, o bien se sumerge en la vida psíquica de otros como sí ésta fuese propia. Por ello, muchas veces vive una vida prestada; o sea, por un lado él vive la suya y, a la vez, una ajena a la de él, convirtiéndose esto en una vida de dolor, como si estuviera viviendo dentro de una prisión en forma perpetua y, a la vez, preventiva. Para entenderlo más gráficamente, podríamos decir que estaríamos frente a un sonámbulo que no quisiera despertar jamás de su sueño de vida, haciéndolo huir muchas veces del campo de batalla, de la vida, de la realidad, llegando en muchas ocasiones a renunciar a la lucha por la vida.
Muchas veces se siente inferior a los demás o bien a su prójimo, quien puede estar mejor preparado para enfrentar la vida. Esto le trae, en consecuencia, el continuar viviendo en su sueño onírico, pero desde otra perspectiva. En ambos casos lo que habrá que tratar de corregir (o bien convertir) es el “defecto” en “virtud”, sacando a relucir todo lo positivo e innato en su Ser y su conciencia, lo que le resulta un gran esfuerzo, al igual que avanzar o transitar por este camino, adquiriendo compromisos poco convincentes, convirtiendo la “virtud” en un hecho “confortable”, debiendo buscar una salida ante los hechos para ser “considerado” en todo momento por su débil condición, como a un niño pequeño que tan sólo le interesa que lo curen de su malestar o enfermedad, puesto que jamás llegará a ser un adulto; ante todo, continuará siendo un niño enfermo.
Esta forma de vivir se corresponde con la del Ser Inferior de Piscis; aún así, no se encuentra tan indefenso como parece, puesto que su táctica de vida es una copia fiel de la táctica de vida de los niños, en general. Esto quiere decir que ha adquirido la táctica de los débiles, constituyéndose así en su propia “fortaleza”, manifestándose, de entrada, con pretensiones y, en algunas ocasiones, irresponsabilidades ante situaciones serias y de cuestión legal, de lo cual surge una cualidad de índole moral, que es la capacidad de mimetizarse moralmente, como un acto defensivo.
Recordemos que la principal característica esencial de estos Seres es la de saber convivir con la vida psíquica de sus semejantes, convirtiendo la ajena en propia, encontrándose abierto a todos los impulsos pasionales que a él lleguen, lo que demuestra la capacidad de poder combinar todo tipo de energías o corrientes psíquicas, hasta las más contrarias.
Por último, debemos decir que este mimetismo de índole moral le brinda otra especial característica, que a lo largo de su vida puede ser decisiva: la de convertirse en “Médium”.
En la antesala de las definiciones o características de los dos tipos del Ser de Piscis, el inferior y el superior, debo comentar que hay dos caminos que se abren en donde antes había sólo uno: uno hacia arriba y otro hacia abajo. Al primero lo llamaremos el camino del “merodeo”, con marcada tendencia a ir cada vez más hacia lo profundo de la enfermedad, y, al segundo, el de la “redención” o curación, o el camino de la “salud”.
De este modo, podremos reconocer a cada uno de los dos tipos de Seres de Piscis, el Superior y el Inferior. Este último tiende a sumirse cada vez más en su enfermedad, consagrado a vivirla como tal; aquél que halla el camino de la redención y lo recorre triunfalmente, sería el superior. Para esclarecer un poco más, debemos hallar cuál es su correspondencia orgánica en el cuerpo humano, que son los “Pies”. Los pies son los que tocan la “Tierra, el Suelo” y la cabeza, el cielo. Son los pies los que permiten al Ser humano ponerse de pie y caminar, y, a su vez, tomar contacto directo con el mundo real; a través de ellos irá tomando conocimiento de la vida y sus circunstancias, conociendo lo malo y lo bueno, lo bello y lo feo,... una vez que ha transitado y caminado y quitado la “suciedad de sus pies”, esto se convierte en la principal característica de “el Ser Elevado o Superior de Piscis”.
De este modo sale a relucir el verdadero Ser de Piscis, altamente evolucionado, entregando su ayuda a todo aquel que esté preso, aún, de su egocentricidad, imposibilitado de poder encontrar, por sí mismo, el camino hacia el “TODO”, hecho trascendental que lo convierte en un “Médico de las Almas” de aquellos que carecen de las fuerzas necesarias para poder salir o limpiarse de la “suciedad de la Tierra"; él, en su calidad de médico, sabrá como llevar a cabo esta tarea.
Su mimetismo moral le da la capacidad de “Comprenderlo y Perdonarlo Todo”, pero no en un sentido “endeble” o con una actitud “indulgente”, sino mediante la “Piedad Curativa”, de no volver a “Pecar”.
Los planetas irradiadores de toda esta energía son “Júpiter”, Dios y Señor del Orden, que le brinda la capacidad de neutralizar y revertir toda desesperanza; y Neptuno, fuente de Inspiración, bien concebida, que le permite no sólo tener y actuar con natural devoción, sino que lo comunica con el TODO y la NADA, lugar hacia donde apunta la cabeza del pez que lo simboliza.
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