Soplan Vientos De Cambio...


jueves, 11 de febrero de 2010

Novela "El Río Oculto" - Capítulo I

 por Viento De La Mañana

Novela "El Río Oculto" 

Capítulo I
"El Encuentro"


 
  

   Llegaron a la plaza del pueblo. Se habían conocido por casualidad, y resulto ser que iban hacía el mismo lugar. Había poca gente: los habitantes del lugar y algún que otro turista dando vueltas, buscando algún local abierto, de esos que venden recuerdos de vacaciones, para llevar a los parientes. En lo alto, el sol del mediodía quemaba la plaza, que apenas tenía dos o tres árboles para poder resguardarse. En una de esas sombras se sentaron, a la espera de algún transporte que los pudiera llevar al río. Tenían pensado acampar unos días y luego regresar a la ciudad. Eran los últimos días de vacaciones, y querían despedirlos en un lugar tranquilo, alejados de los turistas y la gente molesta. Compraron unas frutas para almorzar y se quedaron allí, observando a los que pasaban, a la búsqueda de alguien que los pueda llevar. No había colectivos, sólo unas traffic que cobraban muy caro, así que tenían que  ver la manera de llegar. Para ir caminando era muy lejos, y además hacía mucho calor. Los tres estaban expectantes. Justo al frente de ellos un grupo de unos diez  jóvenes estaban haciendo malabares, tocando los tambores, en una actitud de espera. En eso se aproxima uno de ellos.
¿Ustedes van al río?, preguntó el muchacho.
Respondieron que sí, y se pusieron a charlar. Resultó ser que los del grupo del frente también iban para allá, y estaban esperando una camioneta que tenía que llegar de un momento para otro. Conversaron bastante y luego  los invitó a unirse al grupo mayor. Tomaron sus mochilas y se cruzaron al frente. Los malabaristas estaban tomando cerveza, cosa que a la gente del pueblo no le gustaba, no tanto por tratarse de alcohol, sino más bien por tratarse de gente de ciudad. El tiempo pasaba y la camioneta no aparecía. La charla giraba en torno a los lugares comunes que frecuentaban en la ciudad. Ninguno se conocía de antes, sino que todos se habían encontrado en ese pueblo. Había resultado ser que alguno de ellos eran vecinos en la ciudad, pero nunca se habían visto, y recién allí, en ese pueblo perdido en el mapa, se venían a conocer.  La conversación giraba en torno al azar, la casualidad, la causalidad, y todas aquellas cosas que aparentemente no tienen una explicación clara, pero en el fondo, buceando un poco más en el asunto, resulta ser que sí la tienen, pero no de orden racional. Los tres nuevos integrantes del grupo, recién se sumaban, y ya parecía que habían estado todas las vacaciones juntos. La confianza era de amistad, y eso les llamó la atención a todos. Pese a que la mayoría tenía experiencia en viajes, nunca dejaba de sorprenderles cómo puede ser que dos personas que recién se conocen, inmediatamente se traten con la mayor confianza, como si ya fueran amigos de antes. Fue entonces cuando apareció la camioneta que los llevaría hasta el río. Era una vieja Chevrolet  azul, doble cabina, modelo 78. Se detuvo justo frente del grupo, y de allí, bajó una mujer de unos treinta años, vestida con muchos colores. Llevaba aros, anillos, y pulseras. Su sonrisa se veía a la distancia.
-¿Están listos, chicos? Dijo al acercarse. Inmediatamente todos tomaron sus bolsos y saltaron dentro de la camioneta. En total eran nueve, contando a la conductora. Unas cuadras apenas habían recorrido, cuando ya comenzaron a verse abajo del camino, los reflejos del río. Bordeando la montaña, la camioneta avanzaba atravesando la difícil ruta de tierra que los llevaría a destino. 


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