Video por: Zedekiel
“Déspotas”
Son muchas las definiciones que se
pueden hallar en cuanto al título de la nota; ya que el mismo se lo podemos adjudicar,
a un dirigente político, a un gobernante, como a una persona en particular. También
le cabe a cualquier otro ser que tenga
dichas características por cómo se maneja en la vida diaria y se muestra
ante los demás.
No voy a detenerme en transcribir las
definiciones de déspota, así que eso se los dejo como tarea para el hogar.
Pero, ¿por qué déspotas?…
¿A quién o quienes me refiero?…
Y, ¿por qué los defino así?…
Si bien a todos nosotros nos agrada
vanagloriarnos ante los demás y que los demás lo hagan hacia nosotros, es algo
que nos llena de “orgullo”, pero no de "dignidad"; puesto que “ser
dignos” de algo o de alguien es un importante calificativo; para lo cual habrá
que trabajar mucho nuestro ser conciencia para alcanzarlo.
El orgullo y la vanagloria de uno
mismo por lo que hace o conoce y manifiesta ante los demás, sólo le trae más de
lo mismo, y por ende poco a poco va convirtiéndose en “déspota”, a través de sus
gestos, sus posturas al hablar o mantener un breve diálogo con quien elija
tenerlo, o bien pretendiendo ser figura en todo y en donde sea.
Al déspota lo podemos ver sonriente o
apagado, jamás triste por algo, en todo caso se pondrá serio y firme: “aquí
estoy yo y nadie más”. Lo de él siempre vale más que lo de los demás y habrá de
tener razón en todo. Ocasionalmente y muy pocas veces dan lugar a otros. Su
pecho siempre se infla de orgullo como un globo y con gran simpatía y agradable
sonrisa miran con altivez a sus oponentes, gozando de la situación felizmente.
Entre otras cosas se manejará siempre
a través de su gran autoridad, aún más, si ocupa puestos jerárquicos en su
ámbito laboral y se mostrará poco amable; por lo que inspira mucho respeto,
aunque no valga la pena demostrárselo.
El déspota siempre será déspota, sólo
podrá modificar su “orgullo de ser”, si alguien o alguna determinada situación
lo expone de forma evidente que lo deje sin protección; al punto de perdelo
todo; teniendo que reconstruir su vida nuevamente con sus propias cenizas.
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