Soplan Vientos De Cambio...


jueves, 10 de diciembre de 2015

La Novela de Pepe: Capítulo 14

Por Arjudah 
Imágenes de Letianuha y Zedekiel


La Novela De Pepe

 Capítulo 14

"En El Desierto"

Aquella noche; para muchos que se encontraban en la caravana hubo regocijo y alegría, pero no para Judah. En el corazón conciente de él se hallaba mucho dolor y tristeza, mientras contemplaba sobre él un gran manto estelar.
Al día siguiente, a pesar de todo y lleno de aflicción, remordimiento, y desesperación fue a visitar al maestro y su compañera, Mariam; que acababa de dar a luz una niña, llamada Zarih.
Judah no sabía si reír, llorar o intentar matarse nuevamente, nada de eso hizo; como pudo cargó a la recién nacida y se echó a llorar; pero inmediatamente se la devolvió a la madre.
Luego hubo en pequeño diálogo entre los tres:


Yeshúa: ¡Judah!, trata que sea tu corazón el que esté alegre y no tus labios. Pues se nota, aún  que, el miedo y el temor han invadido tu ser interior.
Judah: ¿Cómo crees tú que estoy después de todo lo que ha sucedido?... ¿Después de todo lo que ha pasado y he visto padecer por mi culpa?...
Quizás, tú estés muy lastimado, profundamente, en tu piel, en tu carne, en tus huesos… Pero es mi alma, mi espíritu, mi mano quemada y destrozada por querer dar muerte al sumo sacerdote. Es mi mente la que está envuelta en esta locura…
Mariam: ¡Sé cómo te sientes, Judah! La misión se ha cumplido y el resto del plan está en marcha.
Yeshúa: Tus palabra y tu sentir no dejan de ser ciertas, más aún el profundo sentir de tu espíritu en conciencia. Siempre he confiado en ti; porque sé, que no eres capaz de traicionarte a ti mismo, ni a nadie, y también sé, que eres capaz de morir antes que hacer eso.
Judah: ¡yo te he traicionado, maestro,… yo te vendí!...
Yeshúa: No Judah, no me vendiste… Porque de haberlo hecho ni siquiera estarías aquí y mucho menos después de haber querido dar muerte al sumo sacerdote.

Judah, ante semejantes palabras no entendía ni comprendía nada. Más aún se quedó perplejo cuando su maestro lo llamó “amigo y hermano”,… agarrándose la cabeza continuaba sin comprender…

Mariam: ¡Ten calma en tu mente Judah!... Tu mente no puede ser más que tu propio corazón y la razón más que tu ser.
Judah: ¿Pues entonces qué hago?...

Fue en ese instante que, Judah, cayó de rodillas y rompió el silencio con en un mar de lágrimas…
Como pudo, Yeshúa, tomo a Judah y trató de ponerlo de pie; al ver como tenía su mano, casi pudriéndose, apunto de ser amputada; lo miró con desazón,  y Judah comprendió que nada podía hacer.

Judah: Has dado la vista a los ciegos, y convertido el agua en el mejor de los vinos y… hasta le devolviste a la vida a Lázaro,… ni siquiera se puede sanar mi mano.
Yeshúa: “Habré de sanar el alma y espíritu de tu mano, pero no la de tu cuerpo."

Judah no perdió su mano, sólo algunos dedos; ni tampoco su vida, con lo cual no hubiese podido dar testimonio de lo sucedido por  aquellos días.









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