Reflexiones
Saber Perder Para Aprender A Ganar
Muchas veces, cientos, montones, miles de veces, a lo largo de mi vida he oído la frase, que lleva por título esta nota; a lo cual invito a todo aquél que la lea a una profunda reflexión.
Para ello habremos de tener bien definido y en claro qué es lo que esperamos de la vida, en forma ideal, concreta, y qué es lo que hacemos para lograr dichos objetivos.
Entonces una vez que, nos hemos decidido qué es lo que queremos o bien cuál sería nuestro posible logro de vida; lo que queda por hacer es comenzar a construirlo y concretarlo en la medida de lo posible.
Trabajo arduo y duro, con períodos de actividad y aparente inactividad, ya que muchas veces no es que se “abandona el barco”, tan sólo pasa dicho “logro” a un plano subjetivo, adquiriendo la capacidad de experiencia para que luego en el momento indicado vuelva a un plano “objetivo y concreto”.Pero, entre medio de todo ello existe, en ese período de aparente inactividad cientos de problemas al respecto del logro de vida por alcanzar, que nos pueden debilitar como fortalecer; también tiempos de zozobra y mucho auto cuestionamiento, si estamos haciendo lo correcto, si es lo justo,… ¿es lo que me gusta y agrada ser?...
Son preguntas duras, a las que muchas veces no les encontramos respuesta concientemente, lo que le da lugar en nuestra mente a invadirnos con problemáticas inexistentes,…
Para ello sólo hay una solución, comenzar a conocerse a uno mismo e ir tratando en forma lenta de ir fortaleciendo nuestro ser interior, ya que de él depende el poder alcanzar nuestro “Logro de Vida”.
Es a lo largo de todo ese período en que la mejor experiencia que podemos recibir y tener es la de tener que perder lo que era “cómodo y fácil”, porque es a través de dicha experiencia la que habrá de brindarnos la ganancia deseada por el “logro” alcanzado.
Sólo uno mismo sabe cuánto quiere perder y cuánto es lo que desea ganar, nada está escrito al respecto, no hay ley concreta o divina que así lo establezca, sólo nuestra propia decisión, nada más.
Por lo tanto, la frase del título de esta nota es un efímero ideal, puesto que nuestra mente es una máquina de crear cosas que nunca son y eso nos trae como consecuencia la pérdida del rumbo trazado, además horas y horas de energía malgastada.
Para ello habremos de tener bien definido y en claro qué es lo que esperamos de la vida, en forma ideal, concreta, y qué es lo que hacemos para lograr dichos objetivos.
Entonces una vez que, nos hemos decidido qué es lo que queremos o bien cuál sería nuestro posible logro de vida; lo que queda por hacer es comenzar a construirlo y concretarlo en la medida de lo posible.
Trabajo arduo y duro, con períodos de actividad y aparente inactividad, ya que muchas veces no es que se “abandona el barco”, tan sólo pasa dicho “logro” a un plano subjetivo, adquiriendo la capacidad de experiencia para que luego en el momento indicado vuelva a un plano “objetivo y concreto”.Pero, entre medio de todo ello existe, en ese período de aparente inactividad cientos de problemas al respecto del logro de vida por alcanzar, que nos pueden debilitar como fortalecer; también tiempos de zozobra y mucho auto cuestionamiento, si estamos haciendo lo correcto, si es lo justo,… ¿es lo que me gusta y agrada ser?...
Son preguntas duras, a las que muchas veces no les encontramos respuesta concientemente, lo que le da lugar en nuestra mente a invadirnos con problemáticas inexistentes,…
Para ello sólo hay una solución, comenzar a conocerse a uno mismo e ir tratando en forma lenta de ir fortaleciendo nuestro ser interior, ya que de él depende el poder alcanzar nuestro “Logro de Vida”.
Es a lo largo de todo ese período en que la mejor experiencia que podemos recibir y tener es la de tener que perder lo que era “cómodo y fácil”, porque es a través de dicha experiencia la que habrá de brindarnos la ganancia deseada por el “logro” alcanzado.
Sólo uno mismo sabe cuánto quiere perder y cuánto es lo que desea ganar, nada está escrito al respecto, no hay ley concreta o divina que así lo establezca, sólo nuestra propia decisión, nada más.
Por lo tanto, la frase del título de esta nota es un efímero ideal, puesto que nuestra mente es una máquina de crear cosas que nunca son y eso nos trae como consecuencia la pérdida del rumbo trazado, además horas y horas de energía malgastada.
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