por Zedekiel
Dhammapada
Consejos Del Buddha
Capítulo XVIII
Las Impurezas
(2da parte)
La vida parece fácil de vivir a aquel que no siente vergüenza de su proceder, se vanagloria de sus actitudes, buscando siempre la confrontación inoportuna, faltándole el respeto a la vida misma y a sí mismo.
Para el modesto, la vida es simple y esforzada, plena de sacrificios, dado que él trata de sostener el ideal de lo correcto y lo necesario, manifestando su inteligencia a través del desinterés, de su actitud paciente, su reserva en el trato con los demás y su intervención armonizante.
Aquel cuya falta de sinceridad destruye a su oportunidad evolutiva, tomando de la vida en lugar de compartir y que desea aquello que no necesita,
Embriagando a su Ser, ocultando su cobardía, ha logrado ser eficaz al velarse del verdadero propósito en su vida.
Cuando alcances a discernir que la falta de límites saludables, es no tener conciencia de dónde se está parado y el germen del aislamiento y de la incomunicación humana, deja de ser avaro y bríndate mejores oportunidades de vida.
Los Seres dan de sí mismos, algunos por placer y otros por desinterés; aquellos que limiten este intercambio natural o lo critiquen, comenzarán a apartarse de la senda del buen compartir, natural a la esencia de todos los Seres.
Aquel que no insiste en obrar de acuerdo a lo anterior, encuentra paz en su Ser.
No hay fuego consumidor como la pasión egoísta; no hay mayor depredador que el odio; no hay peor trampa que el desatino; no hay peor desenfreno que el ahogo por avaricia.
Es fácil ver los defectos y el camino a seguir de los otros, lo importante es percibir los propios; los Seres humanos estamos acostumbrados a aventar el aire en el fuego que arde en la paja seca del vecino, para así mejor ocultar la dejadez en la resolución de sus propias responsabilidades, convirtiéndose en un jugador de dado cargado.
Aquel que encuentra con facilidad culpa en el prójimo y se siente ofendido por razones vanas, está cultivando, sin darse cuenta, el jardín de sus propios defectos, acrecentándolos día a día, por descuido.
No se puede crear sendero posible en el mundo de la ilusión y la fantasía; el disfraz es apariencia de lo real. Vanidad, perfume sin esencia. Los buscadores sólo ansían encontrar y reflejar la propia realidad.
No se puede crear sendero posible en el mundo de la ilusión y la fantasía; el disfraz es apariencia de lo real. La vida mortal no es eterna, sólo conocen la eternidad, aquellos que se han encontrado a sí mismos y se regocijan ante el desafío de enfrentar la Nada.