por Uriel
“El Concierto”
(Basada en el concierto para piano y orquesta N° 2, en Do menor, Op. 18, de Sergey Rachmaninov)
La sala colmaba de espectadores.
En cada rostro se percibía algo diferente.
Sería una gran noche para él.
La nada y el Todo,
jugaban a las escondidas, por ahí.
Primero fue el pianista,
luego la orquesta,
por último cerró sus ojos.
Comenzó a recorrer
los laberintos de su mente.
A juguetear con los recuerdos
y el presente.
Desde los más sombríos
hasta los más dulces.
Desde los más amorosos,
a los más delicados,
y los más apasionados,…
De un lado hacia el otro
Iba buscando, vaya a saber
que historias, que momentos,
que recuerdos.
Hasta que se detuvo
en un rincón, en un lugar,
donde antes no lo había hecho.
Se vio de niño, de joven, de adulto.
Se reencontró con sus ilusiones perdidas,…
Se reencontró con sus vidas.
Halló su pasado.
Pudo ver su presente.
Conoció su futuro;
Por momentos angustioso,
doloroso y fuerte.
Pasajes alegres,
suaves y sutiles.
Hasta detenerse allí,
en ese lugar del tiempo ;
donde la vida lo espera sonriendo
donde no existe medida, ni tiempo.
Donde no hay ayer.
Donde no hay hoy.
Donde no hay mañana.
Donde sólo están él y su amante.
Donde el sol no se esconde.
Donde la luna alumbra y nada más…
Luego se produjo un silencio.
Vertiginosamente sus sentidos
comenzaron a trepar, trepar y trepar,
hasta donde jamás antes pudo.
Agitado y enloquecido,
dentro su mente fantástica
pudo ver a lo lejos,
algo llamado mundo.
Con todas sus facetas,
Con todas sus controversias.
Pudo tocar cada cumbre.
Pudo observar cada valle.
Todo lo creado.
Percibiendo lo abstracto y lo concreto.
Pudo subir y bajar,…
Correr y caminar, sin agotarse,…
Por toda su mente.
Por toda su alma.
Por todo su espíritu.
Hasta darse cuenta
Que todo está en él..
Que Nada y Todo, es lo mismo.
Para crear, para hacer, para dar vida, para reír,
para llorar y poder soñar,…
Para ser, conciencia y nada más.