por Viento de La Mañana
Sueño Romano
Caminamos por los pasillos del palacio con el emperador a unos veinte metros delante nuestro. En un momento dobla un pasillo y sale a un puerto. Allí nos espera un barco. Nos ponen en fila y el emperador dice: “Estos de la derecha me los quedo yo y estos de la izquierda te los llevas tú” Le dice al capitán del barco que está esperando. A mi me toca subir al barco. No se cual será el destino del resto, mejor, peor, no lo sé.
Adentro hay una especie de Partenón, es como un palacio flotante. Siento como si fuera un príncipe que alguna vez partió en busca de la tierra perfecta, pero nunca pudo alcanzarla. En cambio paso miles de cosas buenas y malas, pero al fin y al cabo nunca había llegado donde quería. El Capitán del barco estaba ebrio. Parecía que vivía ebrio. Una tormenta se aproximaba, pero parecía no importarle. Nadie nos decía nada. Yo no sabía si era un esclavo o que. El resto de las personas que estaban conmigo no hablaban mi idioma así que poco podía saber del resto. Luego de un tiempo indeterminado llegamos a una isla. Yo pensaba que serían las tierra de un tirano sanguinario que esclavizaba y torturaba a todos los que ponían un pié en su isla. Todos bajamos y el barco pareció desaparecer tras una bruma.
Es un sitio hermoso. Entro a caminar entre unos pequeños arbustos. El pasto mojado me llama la atención, la pequeñas piedras marinas también... observo todo con atención. Me doy cuenta que es un sueño... No quiero que se diluya la imagen. Camino y pienso que clase de seres habitarán este lugar. De pronto yendo por la orilla del mar escucho la dulce voz de unas ninfas niñas. Su voz es una melodía graciosa y divina. No puedo reconocer el idioma en el que hablan, pero es hermoso. Ríen. Paso cerca de ellas pero no permito que me vean, tal vez se asusten, pienso. En otra playa, más lejos veo a dos mujeres humanas hablando también, pero es castellano, muy lejos de la suavidad de las ninfas. Mas arriba, en una casa de columnas griegas veo unos horribles enanos rústicos, que hablan en un idioma desconocido y tosco, trabado, como si las palabras fueran pronunciadas con la boca llena de piedras. Pero los oigo lejanos. Me ubico en un sitio cerca de las ninfas, donde pueda oírlas sin ser visto. Cerca de ellas hay un gato marrón, muy peludo y grande que comienza a mirarme mal. Yo no tengo miedo, estoy dispuesto a pelear, pero no quiero que las ninfas se espanten. Cerca de los enanos hay un tigre alado, color violeta de gran tamaño. Me observa con sabiduría, se que no va a atacarme. Su mirada pareciera decirme: “La quietud es el mejor de los estados...” Pero el gato sigue mirándome cada vez peor y comienza a aproximarse con una intención violenta. Los enanos también comienzan a mirarme mal y también se aproximan. Pero el tigre sigue allí, mirándome sabiamente. Se que tengo que pelear porque el gato y los enanos ya están cerca... me pongo de pie y espero el ataque... pero ante mi sorpresa el gato se trenza con los enanos. Frente a mi se desata un combate a muerte en el cual no me intereso en saber el final. Me largue del sitio caminando por la playa hacia algún lugar, a lo lejos se veía una torre negra “ese debe ser el palacio del monarca” pensé...
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