por Uriel
3ra. Conferencia
El Respeto por las Individualidades, en sus Arquetipos Zodiacales correspondientes.
Hasta ahora hemos conocido en forma individual y genérica a la vez, cada uno de los arquetipos zodiacales en un aspecto macrocósmico; o sea, en su estado puro. Luego comenzamos a conocerlos un poco más en su aspecto microcósmico o individual referido a los “seres conciencias encarnados”.
En las anteriores notas hemos tratado cuales son las utilidades y en que se puede aplicar la “astrología espiritual” y también nos referimos a su mundo esotérico y exotérico.
En la nota de este mes nos referiremos a un pequeño y grave error que, a diario cometemos; me refiero a la falta de respeto, por quien tenemos a nuestro lado, y no sólo a su personalidad sino, a su ser esencia que lo define como tal.
Todos los seres conciencias encarnamos en diferentes arquetipos zodiacales, lo cual nos hace distintos en esencia, aún en la personalidad, pero no todos los arianos o leoninos o geminianos o taurinos son iguales en forma individual, ya que dependiendo de la fecha, hora y lugar de nacimiento hace variar su comportamiento. En cada uno de ellos hay un yo espiritual encarnado que trae como patrón sus cualidades genéricas, que se corresponde con su arquetipo zodiacal. En la sumatoria de sus cualidades innatas y características ocasionales, se produce una manifestación concreta que observamos a través de la personalidad y que trasciende a la misma.
Muchas veces decimos que todos los geminianos o que todos los capricornianos son iguales entre si; en otras ocasiones decimos que mi hijo es parecido a su padre por determinadas actitudes aunque sean de diferentes arquetipos zodiacales; etc., etc.,… Siempre hallamos algo que nos hace o los hace iguales a otros, lo cuál en un sentido puede ser real, pero en si mismos no lo es, ya que son las decisiones y logros de vida lo que los hace diferentes y el sentido que les dan a las mismas, es lo que los hace incomparables. La mayoría de las veces lo que vemos en el otro es un espejo de lo que nosotros somos en esencia; puesto que si fuese todo lo contrario no tendría sentido el hecho de “evolucionar”. Esto hace que, en muchas ocasiones seamos prepotentes y avasalladores de dicha condición humana, con lo cual estamos cometiendo una grave falta de respeto por dicha individualidad y su correspondiente arquetipo zodiacal.
El hecho que podamos ser parecidos o no a otros es relativo al medio en que cada “ser” se desarrolla, crece, vive y adquiere costumbres que le sirve para formar su personalidad; pero ello no es todo; ya que en un determinado tiempo comienza a florecer su ser esencia; con lo cual debemos prestar la atención debida y tratar de orientarlo en un sentido, hacia su verdadera necesidad.
En las anteriores notas hemos tratado cuales son las utilidades y en que se puede aplicar la “astrología espiritual” y también nos referimos a su mundo esotérico y exotérico.
En la nota de este mes nos referiremos a un pequeño y grave error que, a diario cometemos; me refiero a la falta de respeto, por quien tenemos a nuestro lado, y no sólo a su personalidad sino, a su ser esencia que lo define como tal.
Todos los seres conciencias encarnamos en diferentes arquetipos zodiacales, lo cual nos hace distintos en esencia, aún en la personalidad, pero no todos los arianos o leoninos o geminianos o taurinos son iguales en forma individual, ya que dependiendo de la fecha, hora y lugar de nacimiento hace variar su comportamiento. En cada uno de ellos hay un yo espiritual encarnado que trae como patrón sus cualidades genéricas, que se corresponde con su arquetipo zodiacal. En la sumatoria de sus cualidades innatas y características ocasionales, se produce una manifestación concreta que observamos a través de la personalidad y que trasciende a la misma.
Muchas veces decimos que todos los geminianos o que todos los capricornianos son iguales entre si; en otras ocasiones decimos que mi hijo es parecido a su padre por determinadas actitudes aunque sean de diferentes arquetipos zodiacales; etc., etc.,… Siempre hallamos algo que nos hace o los hace iguales a otros, lo cuál en un sentido puede ser real, pero en si mismos no lo es, ya que son las decisiones y logros de vida lo que los hace diferentes y el sentido que les dan a las mismas, es lo que los hace incomparables. La mayoría de las veces lo que vemos en el otro es un espejo de lo que nosotros somos en esencia; puesto que si fuese todo lo contrario no tendría sentido el hecho de “evolucionar”. Esto hace que, en muchas ocasiones seamos prepotentes y avasalladores de dicha condición humana, con lo cual estamos cometiendo una grave falta de respeto por dicha individualidad y su correspondiente arquetipo zodiacal.
El hecho que podamos ser parecidos o no a otros es relativo al medio en que cada “ser” se desarrolla, crece, vive y adquiere costumbres que le sirve para formar su personalidad; pero ello no es todo; ya que en un determinado tiempo comienza a florecer su ser esencia; con lo cual debemos prestar la atención debida y tratar de orientarlo en un sentido, hacia su verdadera necesidad.
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