por Viento De La Mañana
Sueños
La Nave
Es verano, en México. Voy caminando al costado de la ruta. Los autos pasan a alta velocidad para Acapulco. El camino está repleto de turistas. Un auto se detiene. Baja la ventanilla y un joven me pregunta:
- ¿Sabe dónde hay una playa linda, sin turistas? Estoy cansado de los turistas.
- Y... la verdad, no lo sé. No soy de acá. Vengo viajando...
En ese momento un nenito pobre se nos acerca y comienza a hablarnos. Nos dice que ahí nomás hay un pueblito muy bonito, que nos puede llevar hasta él, que nos va a gustar. No hay nada de turistas, las playas son limpias, tranquilas, un paraíso. El pequeño parece un vendedor experto. Nos convence y lo acompañamos. Llegamos y nos sentamos en una pequeña plaza de piedra con un pequeño arbolito en el centro. Hace calor y la sombra de ese árbol es el único resguardo. El chico saca una bolsita con algo y nos quiere vender. Parece ser algún tipo de sustancia. Le ofrece al joven del auto, me ofrece a mí. El niño tiene ocho años, pero una vez dentro del pueblo su rostro parece de un chico más grande, digamos unos quince años. No le respondemos nada, simplemente lo miramos. Él se sonríe y se dirige a su casa, que queda arriba de una gran escalera de setenta y dos escalones. Es una casita humilde. Él, a pesar de su corta edad es el jefe de toda una organización de ese pueblito perdido en el mapa. Una vez arriba de la escalera, nos mira. Parece un sacerdote azteca. Hace una seña y dos tipos grandes bajan y atrapan al joven del auto, el que me había preguntado por las playas tranquilas. Ahora el lugar parece la plaza de un anfiteatro romano. Lo atan de pies y manos, lo arrojan al suelo y comienzan a azotarlo con ramas de algún árbol. De algún lugar salen unos tipos disfrazados con unas cabezas de vaca hechas de cartón y comienzan a bailar alrededor, mientras cantan algo en algún idioma. Más gente se suma a la fiesta, la gente del pueblo se acerca. De pronto todo es una celebración popular alrededor del extranjero que es golpeado frente a niños, mujeres y ancianos. El niño terrible jefe de la organización mira todo desde arriba ya transfigurado su rostro en el de un anciano.
Yo observo todo, no quiero ni pensar siquiera para que el niño no capte mis vibraciones mentales y me mande a buscar con sus adeptos. Todo se vuelve una masa de gente y aprovecho para deslizarme y desaparecer de allí.
Todo es desierto, tengo sed, perdí la ruta, no sé dónde estoy... Veo una casa apartada medianamente grande, semi destruida, mal construida, llena de precarios andamios para pintar. Me acerco y de lejos puedo ver a un grupo de hombres borrachos y delincuentes que forman parte de un grupo sectario, una especie de piratas pero en el desierto mexicano. Me acerco más a la casa y advierto que nadie me ve, soy una especie de espíritu invisible. Todos pasan por al lado mío sin registrarme. Me parece estar asistiendo a una obra de teatro. Están planeando algo. Por la puerta veo entrar el niño del comienzo, vestido precariamente y formando parte del trabajo grupal. Están reconstruyendo la casa, todos están subidos a los andamios pintando. Parece el arca de Noé.
En ese momento entra el Líder del grupo, seguido de su mano derecha. Todos tienen un aspecto demacrado, la cara maquillada de blanco, los labios negros, toda la pintura cuarteada por el calor del desierto, corrida por la transpiración. Llega muy seguro con un objetivo claro: hay que destruir cierto muro de la casa. Da la orden de tirar la pared abajo y allí encuentran una habitación escondida con la siguiente inscripción:
“El salvador, tu nombre es eternidad, tu cuerpo es luz”
El líder se acerca, lee la inscripción, toma un carbón y comienza a cambiar las palabras como si se tratara de un criptograma. Finalmente queda la inscripción siguiente:
“El tentador, tu nombre es tiempo, tu cuerpo sombras”
Luego de esta transformación de la frase el líder entró en una especie de éxtasis, en un estado de excitación y comenzó a arengar a todos para que aceleren la reconstrucción de la casa. El tiempo había llegado, las horas habían madurado, era el momento de pasar a la acción. Había que terminar todo cuanto antes. A partir de allí todos redoblaron sus esfuerzos. Estos delincuentes estaban penetrados por un brillo interior extraño y poderoso, solo tenían en sus mentes terminar de reconstruir esa vieja casona de la conquista... no sé con qué fines. El líder le llamaba la nave, decía que iban a recorrer el desierto de punta a punta sembrando la oscuridad y el terror por donde pasaran, llevando su locura a cada rincón de México, tiñendo de sangre el cielo y de sombras el sol, trayendo del ultramundo a sus antepasados muertos y del espacio exterior a sus dioses no humanos... La casa entró como en una especie de remolino, el polvo de pronto lo cubrió todo y aparecí en la ciudad...
Era una mansión lujosa, muy lujosa. Era una reunión de políticos de la alta jerarquía. En eso oigo voces conocidas. Me doy vuelta y son el líder y su mano derecha conversando. Ambos están elegantemente vestidos, y si no fuera por las voces no los hubiera reconocido, tanta era la diferencia entre la última imagen que tenía de ellos. El líder fumaba un cigarrillo y su mano derecha intentaba disuadirlo de algo:
- Creo que aún no es el momento, le decía, es demasiado pronto, señor, todo está muy verde, la fruta no ha madurado...
- La madurez de algo, respondió el líder, no depende de su verdor, sino de su sabor. Ya ha madurado el tiempo, hermano, ¿entiendes? Ya no es posible volver atrás. La nave tiene que zarpar de un segundo a otro y todos estos cabrones de smoking van a saber lo que significa que el cielo se cubrió de sangre y la tercera parte de las estrellas se derrumbó sobre el océano...
-Es demasiado pronto, señor... Es peligroso...
-No, mira, ya se nos está haciendo tarde... Sí, es peligroso. Pero para nosotros, la muerte es una recompensa...
En ese momento entraron y se pusieron a conversar con un alto funcionario, del modo más elegante y civilizado que existe.
No sé qué querían hacer, pero en sus miradas se veía el destello de algo profundo y misterioso, algo que está más allá de las acciones y los valores humanos. La nave estaba por partir de un momento a otro. A lo lejos, en medio del desierto, podía escucharse cómo la nave se aproximaba irremediablemente a la ciudad...