Soplan Vientos De Cambio...


domingo, 10 de octubre de 2010

Cuento "El Prodigio" - Capítulo I - Parte III

Por Azrael

Cuento "El Prodigio"


Capítulo I


3ra Parte

Sachiel solicitó ver a los reyes, pero solamente se encontraba el rey en esos momentos. El monarca lo atendió, prestando sus oídos pero no su atención a las palabras del desconocido. Sachiel le manifestó que había llegado allí porque había una persona que necesitaba atención inmediata y él sabía cómo tratarla. El rey se sorprendió al escuchar esto, y le aclaró que él, mejor que nadie, sabía de la condición de todos y cada uno de los que vivían en el castillo. Por ende, si alguien estaba en mala condición, ya se hubiese enterado. Además, el monarca le reprochó a Sachiel el hecho de no contar con ningún tipo de medicinas para tratar a quien necesitaba, según él, atención urgente. Sachiel cerró los ojos, reconociendo la soberbia del rey, y le contestó que ningún medicamento basado en la medicina tradicional de aquellos dominios serviría para atender a la persona que necesitaba de su atención, además de remarcarle que él no los usaba, aunque sí había gente de su entera confianza que elaboraba medicinas no ortodoxas y casi desconocidas para la gran mayoría de la gente. Dicho esto, Sachiel pidió al rey, muy humilde y suavemente, que lo dejara atender a la persona en cuestión. El monarca lanzó una carcajada que resonó en todo el castillo, burlándose del extranjero. Luego se encolerizó y le advirtió que no volviese a presentarse ante él con esos aires de sabelotodo y de pseudo mercader espiritual ambulante, dicho lo cual, ordenó a sus guardias que lo escoltaran hacia la puerta del castillo.
Sachiel se retiró del castillo sin asombrarse por lo que había pasado. Él sabía que algo así sucedería; ya le había pasado en otros reinos. Al mismo tiempo que él caminaba por el costado del castillo, Selene estaba apostada en la ventana de su habitación, con la mirada perdida en el horizonte, como esperando que el destino trajera desde allí una respuesta a sus desconsuelos. Ella no notó la presencia de Sachiel, pero él sí la observó y esbozó una leve sonrisa. Todo estaba donde tenía que estar.


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