Por Viento De La Mañana
Novela “El Río Oculto"
Capítulo V
"El Árbol Entre Las Espinas"
Al ver al primer pájaro, el fotógrafo comenzó a disparar tan efusivamente que el buitre se asustó y se fue volando pesadamente a otro árbol, un poco más alejado. El fotógrafo atraído por el magnetismo del animal, lo siguió como un sonámbulo. El filósofo, vio como el otro se alejaba y tomo la dirección contraria. Caminó un trecho y se topó con un árbol que no había visto antes. Bajo su copa no había pinches, como si un jardinero se hubiera encargado de quitarlas. Un piso de tierra finita y unas piedras para sentarse, completaban la escena, dándole el aspecto de un pequeño templo silvestre. Un aura de paz y sabiduría emanaban del árbol. -Todos los días, al atardecer, el chamán de la aldea venía a meditar, bajo la copa de este árbol- pensó-. El sitio parecía estar rodeado por una burbuja de éter, y entrar allí, era como viajar al espacio exterior. Fue entonces cuando posó su mano en el tronco, y sintió como una corriente de electricidad, recorría todo su cuerpo. Quitó la mano y se la quedó contemplando unos segundos… Luego se sentó y cerró los ojos, esperando que el árbol le hablara. Luego de unos minutos, el árbol dijo: -Tengo una parte visible y otra invisible. Tengo tronco, ramas, hojas, flores, frutos, semillas. El ciclo mismo de universo esta sintetizado en mí. Cada uno de mis frutos representa un nivel de conciencia, y hay una jerarquía oculta que debes descubrir. Cada fruto es un universo, habitado por miríadas de seres que aún no puedes ver, pero que comenzaras a percibir en poco tiempo más. Sin embargo, lo que puedas ver, no es todo lo que soy… Hay una esencia oculta que alimenta lo más puro de mi ser. Por eso mis raíces se hunden en la tierra, porque con ello represento la realidad, que desde lo invisible, alimenta a esta realidad visible de todos los días-.
En ese momento se oyeron los pasos apretados del fotógrafo, que estaba buscando al filósofo para emprender el regreso. El sol ya estaba cayendo y si no se apuraban, la profecía de la mujer de mirada de reptil se cumpliría, y quedarían varados en el monte, lo cual no parecía ser nada agradable. -Esos pájaros de porquería son muy ariscos -decía el fotógrafo- estuve como una hora persiguiendo a uno y le saqué apenas veinte fotos. Después el otro lo mismo. Me miraban desde lejos, esperaban a que me acerque, y justo en el momento en que iba a disparar ¡pfum! Salían volando, y vuelta la misma historia… ¿Y vos que hiciste? –pregunto al filósofo.
Este lo miro, como quien mira un espejo y simplemente se limito a decir
-Estuve sentado debajo de un árbol, donde hace mil años, los chamanes venían a meditar justo a esta hora.
El fotógrafo lo miró y siguió hablando de aves, fotos y paisajes. Entendía perfectamente las palabras de su compañero. Bajaron la montaña apurados y un tanto nerviosos, porque no encontraban el camino de regreso y ya estaba bastante oscuro. Iban lastimados pero eso era lo de menos. Hasta que en una vuelta, descubrieron una huella, y mas allá a sus compañeros bañándose en el río. La calma sobrevino inmediatamente, y a partir de allí, al regreso fue como si se hubieran subido a un bote flotando sobre un lago inmóvil.