Soplan Vientos De Cambio...


jueves, 17 de abril de 2014

Sueños: "La Nueva Tierra"

por Viento De La Mañana

Sueños

La Nueva Tierra


Llegamos al nuevo hogar. Después de varios miles años luz arribamos a un lejano planeta muy similar a la Tierra en su atmósfera y en su paisaje. Establecimos una pequeña colonia y nos dedicamos a construir una sociedad, tratando de superar todos aquellos errores de la historia humana. Básicamente era una ciudad organizada a partir de la vocación de cada uno, por lo cual los conflictos de clase habían quedado felizmente atrás. Tampoco existía la familia sino que toda la colonia estaba conformada por hermanos mayores y hermanos menores, todos hijos de un mismo padre cósmico. Hacía poco tiempo que estábamos allí. Vivíamos en una ciudad amurallada como las del antiguo medioevo terrestre, de la cual no podíamos salir sin la expresa autorización de los sabios científicos. Sólo ellos estaban autorizados a estudiar el exterior. Siendo niño no había tenido mayor curiosidad, pero con el correr del tiempo el deseo de conocer qué había más allá de las murallas era casi un pensamiento diario. Un día desaparecieron dos de nuestros más iluminados científicos y todos fuimos presa de la tristeza y la pesadumbre. Hubo expediciones para buscarlos pero no tuvieron ningún resultado, más que el de confirmar su desaparición. Pasaron algunas semanas de todo esto cuando estábamos mi hermana y yo en el faro, viendo las tierras que se extendían mas allá de nuestra ciudad. Era un lugar hermoso y deshabitado. Nos preguntábamos porque no nos dejaban salir siendo un lugar tan bello... entonces algo nuevo comenzó a pasar entre nosotros. Al mirarnos nos sentimos atraídos y comenzamos a tocarnos, y a besarnos. Todo era nuevo, nadie nos había hablado de estas sensaciones. No supimos bien qué hacer, cómo continuar, temíamos ser vistos. Así que sin pensarlo demasiado nos alejamos de la ciudad hacia el campo para poder expresarnos libremente sin ningún tipo de limitaciones. En la escuela nos habían explicado que no había humanidad en este nuevo mundo, y que no nos dejaban salir por los animales salvajes que andaban por allí. Eso no nos importó, nada nos importaba. Caminamos bastante hasta casi perder de vista la ciudad cuando de pronto una manada de animales parecidos a rinocerontes casi nos atropella. Nos tiramos a un costado refugiándonos en una cueva. Y fue allí cuando nuestras vidas dieron un giro de ciento ochenta grados... Un grupo de personas corría tras estos rinocerontes queriendo cazarlos con lanzas y otras armas rudimentarias. Eran como nosotros pero más grandes y con un color de piel más bien verde agua. Su extraño idioma nos impedía interpretar lo que decían. Tuvimos miedo y escapamos de allí procurando no ser vistos. Corrimos hasta llegar a una aldea. Estaba llena de ellos. Nos habían mentido toda la vida, este planeta estaba habitado. En el medio de la aldea había una estatua de nuestro salvador tal cual estaba en el centro de nuestra ciudad. Y a sus pies estaban nuestros dos sabios científicos predicando la palabra divina. Los nativos parecían asentir ante la nueva doctrina, pero su visión de la devoción era muy distinta a la nuestra. En un estallido de alegría, luego de terminar el discurso, tomaron a los científicos, los sujetaron sobre un altar de piedra y el sacerdote mayor de los nativos les abrió el pecho con una gran daga plateada. Luego de esto la euforia creció, y todo se lleno de humo proveniente de las fogatas y de las hierbas aromáticas que los ritualistas quemaban...

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