Soplan Vientos De Cambio...


domingo, 22 de abril de 2012

Sueños

por Viento de la Mañana

Sueños

El Templo

Estoy en una plaza. A una mujer le regalan tres vestidos. Uno tan pequeño que sólo le cabe en la punta del dedo índice. Otro que es para una niña de seis años y otro que le queda bien, pero que sólo puede usarlo bajo la condición de que realice una danza circular. Ella se pone el vestido y comienza a bailar. Primero despacio y luego va aumentado la velocidad. Se la ve tranquila, equilibrada. De los círculos que forma con su vestido se forma un triángulo y del triángulo se forma un círculo mayor. A su vez se forma otro triángulo y otro círculo hasta formar un templo gigante de forma semiesférica, con un campanario en la cima. Es tan grande como una montaña y esta íntegramente hecho de oro con incrustaciones de piedras preciosas de todo tipo, forma, tamaño y color. Resplandece bajo los rayos del sol, lo mismo que una estrella, y cuesta mirarlo de frente sin quedar parcialmente cegado por los rayos que despide. El templo aparece y desaparece según el lugar donde se lo mire. Finalmente puedo mirarlo de frente. La bailarina desapareció dentro de la construcción, pero aún puedo sentir el sonido de su danza. Me encamino hacia el templo y camino un largo trecho antes de poder entrar. Las enormes puertas están abiertas y sin guardia. Entro caminando despacio, el silencio es amplio, natural, profundo. En las paredes hay signos grabados, son figuras geométricas que me parecen representar el universo en todas sus etapas. De pronto siento una extraña agitación dentro del templo. Unos hombres vienen a buscarme, parecen conocerme, me tratan de Príncipe. Me dicen que la Reina me espera en su habitación, me conducen a ese lugar. Entro en la habitación y la Reina, mi madre, me espera y me habla de la necesidad de realizar el ritual. Habla de las épocas, de los textos sagrados, los sacerdotes. Sinceramente no entiendo bien a qué se refiere, lo que sí me queda claro es que no es nada agradable lo que tengo que hacer, aunque no sé bien qué es. El revuelo sigue, y me conducen a otra habitación. Allí hay un gran andamio y al pié del mismo, dentro de un ataúd una gran espada con la punta hacia arriba. En ese momento comprendo todo. Debo saltar del andamio al ataúd... El gran salón preparado para la ocasión se empieza a llenar de gente, hay nobles, plebeyos, perros, niños, ancianos. Pareciera que todo el pueblo se hubiera dado cita para ver el ritual. La idea central consiste en que yo, el Príncipe, en ese salto  me clave al caer la espada justo en el corazón. Sin entender todavía bien como llegué a esta situación, me subo al andamio y me quedo arriba mirando todo. El ataúd, la gente, la agitación. Una voz interior me dice: ”la confusión de toda esta gente se extinguirá cuando hayas atravesado tu corazón con la espada sagrada, y  puedas descansar en el ataúd por tres días y tres noches. Sólo muriendo, es posible resucitar.” Ya no quedan dudas, sin embargo estoy paralizado. El andamio se empieza a tambalear, la gente abajo comienza a descontrolarse. Miro el ataúd, miro la espada, miro al frente y me lanzo al vacío...


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