Soplan Vientos De Cambio...


lunes, 6 de abril de 2020

Realidades Cotidianas / De La Crónica Diaria

Por: E. H. Peluffo 
Realidades Cotidianas

Culpables
(final)
 
Hoy en día en todas las conversaciones que llevamos a cabo, observo continuamente, decir “disculpa por la molestia,… perdón por la molestia,… la culpa ha sido mía; etc., etc.,… Inclusive hasta yo me expreso así al sostener alguna conversación personal o por teléfono.
Quizás sea necesario emplear dichos términos para no confrontar agresivamente con quien está del otro lado y así disminuir el grado de tensión  emotivo de la  conversación.
Por lo cual me pregunto hasta dónde es necesario aplicarlos o bien bajo cuales circunstancias se deben hacer. Supongo que muchas veces nos estamos haciendo cargo de culpas o situaciones que no son nuestras y que bien corresponden con quien estamos teniendo dicha conversación y lo más insólito es que los otros no demuestran en ningún momento sentirse culpables de ello, y uno por ser amable, y respetuoso del otro; uno es quien termina haciéndose cargo de la cuestión.
En mis relaciones “humanas” sucede constantemente, pero también lo noto en todos los que me rodean. Motivo éste, que me lleva a observar la situación, para entender que es lo que está sucediendo.
En muchos casos sucede por nuestra forma de ser, o por los valores de vida que desde niño hemos adquirido en forma exagerada, el hecho constante de estar pidiendo disculpas por todo…
En mi opinión dichas situaciones se dan por la falta de “responsabilidad” de quienes están del otro lado y que por no dar su brazo a torcer fuerzan a que uno termine aceptando la culpa de los hechos acontecidos.
En definitiva, no creo que el hecho de estar siempre pidiendo disculpas nos haga ser más honestos o sinceros, al contrario, nos perjudica, ya que lo esencial no es estar pidiendo perdón por todo, sino aprender a hacernos cargo de nuestros propios yerros, y de nuestra falta de responsabilidad  ante los demás.



Por: E. H. Peluffo
De La Crónica Diaria

Con Derecho A Queja


Supongo que, desde que este mundo existe, el ser humano siempre ha tenido derecho a quejarse, con o sin razón.
La pregunta que me hago es, ¿ por qué siempre vivimos quejándonos, de lo que sea y de todo lo que nos sucede?
Ahora bien, debido de que nos quejamos;..¿por qué lo hacemos?;..¿es por costumbre?;… o bien simplemente porqué es agradable hacerlo.
La cuestión es que todos sin excepción alguna nos vivimos quejando, por diferencias de opinión, por no ser correspondidos, ni respetados, por ser manipulados;… o por lo que fuere;… es una constante en nuestras vidas; es como un andar en círculo del cual no queremos salir; por temor a no quedar descolocados y expuestos ante el resto de la sociedad como “seres diferentes”, llamémosles locos, tontos, o estúpidos.
Pareciera que, si no nos quejáramos, no seríamos “seres normales” y el hecho de no vivir una vida cómoda, los demás nos podrían mirar de modo extraño.
… Pero, ¿de qué nos vale quejarnos tanto?... ¿Cuál es el sentido válido de la queja?... ¿Aporta algo a nuestro sentido evolutivo y qué es lo que nos brinda?...
¿Construimos algo con la queja?... En sí mismo ¿de qué nos sirve?...
Se supone que nos debe servir para mejorar y no empeorar nuestras vidas y como mejorar nuestras relaciones con los demás, ¿no es cierto?...
La gran mayoría de las veces lo hacemos por gusto, para perjudicar a quienes nos rodean, como también a quienes invierten tiempo en tratar de “ser”,… Mientras tanto, hay otros que se mantienen aferrados a esa actitud egoísta, la de quejarse por todo y de todos.
Se queja el rico, se queja el pobre, se queja el miserable, el avaro, los desposeídos,… se quejan los que pasan hambre, los que duermen en las calles, y los que huyen de sus tiranos gobiernos…
Todos tenemos derecho a queja; pero lo que nunca hacemos es quejarnos de nuestro eterno “egoísmo”;… De ese “ego” vanidoso, manipulador, déspota, prepotente y pedante; de él no nos quejamos,…  como tampoco de querer ser más que los demás y no menos que los otros y de por qué tengo que dar lo que es mío, para que los demás tengan algo.
¿Construimos algo quejándonos?... Se supone que debería ser así, pues no deja de ser válido quejarnos, siempre y cuando ello sirva para construir y no destruir con el “ego” que alimentamos diariamente desde nuestros fracasos y vanidades; convirtiéndonos así, en ilustres déspotas pedantes, absolutistas y dueños de otras vidas que nos permitimos pisotear.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Su comentario es apreciado. Muchas gracias.

Buscar en este blog