Soplan Vientos De Cambio...


domingo, 10 de octubre de 2010

Reportaje a Annie Wood Besant (2da parte)

Por Uriel




Annie Wood Besant

Nota Biográfica (2da. Parte)


Después de una extensa pausa y casi sin darme cuanta, acercó a su rostro un pequeño pañuelo de seda chino, al notar que la observaba tan sólo comentó con una dulce sonrisa que, “se había introducido una pequeña basurilla en su ojo”. Al instante supuse que no era así, por respeto no dije nada, ni siquiera pregunté por qué. Un largo silencio se hizo notar fuertemente.
A partir de ese momento mi reportaje se hizo más ameno, digamos que ambos entramos en confianza mutua. De pronto se abrió la puerta de su estudio y la señora que me había recibido nos acercó algo para beber y degustar.
Annie: -¿Qué desea Ud. beber?, ¿café, té, o algo en especial?
Pues había de todo un poco, té oscuro, café, leche y unas masas exquisitas, acompañados de postres que jamás había visto. No era mucha la cantidad, pero lucía con gusto su presentación; había calidad y esencia en todo lo que ofrecía.
Casi pidiendo permiso respondí: -una taza de café por favor, nada más.
Luego proseguimos con nuestra charla.
Uriel: - en su auto biografía existe un párrafo muy extenso en cuanto a sus más íntimas dudas. ¿A qué tipo de dudas se está refiriendo, a las de su sentido religioso, a la de su propia fe, a las de su alma o a las de su espíritu y todo su Ser?
Luego de mi pregunta nos rodeó un profundo silencio, sólo se escuchaba la suave brisa del viento en una tarde, por momentos cálida y en otros templada.
Annie: -El mundo cotidiano en el que vivíamos era frívolo y banal. Por ende nos teníamos que acomodar. Por momentos me acosaban la necesidad imperiosa de adquirir conocimientos de orden intelectual y moral; a la vez que en mi mente sólo cabía mí fe y mi sentido religioso. Muchas veces, dichas dudas, me hicieron vacilar y zozobrar, al compararla con la vida misma y que, al intentar pensar acrecentaban dichas dudas en un  sentido personal.
Uriel: -Fundamentalmente sus dudas se basaban en su fe y sentido religioso, ¿cómo las fue resolviendo?
Annie: -Sin ir en contra de mi profundo sentido “cristiano”, esos y otros problemas similares, importantes y serios me condujeron al grado de carecer o de no tener “fe o creencia alguna, sobre todo cuando mi marido pretendía de imponerme la idea de participar en actos y ceremonias religiosas, que presuponían que así lo fuese; todo para darme cuanta de mis grandes interrogantes sobre el sentido de la vida. De ese modo no podía fingir, ni para mi misma ni para nadie”. Por lo cual años más tarde renuncié al materialismo en sí mismo. Hecho que me condujo a un desierto inhóspito y cruel”. No obstante le repito lo que en su oportunidad escribí: “No me atrevo a comparar la paz con una mentira; una imperiosa necesidad me induce a decir la verdad tal como la veo, agraden o no mis palabras, reciba alabanzas o vituperios. Debo mantener inmaculada fidelidad a lo verdadero, así mismo me cueste amistades, rompiendo lazos humanos. La verdad podrá conducirme a un desierto, podrá privarme de todo el amor – mas debo seguirla – aunque me quitase la vida, confiaría en ella”.
Ante semejante discurso me quedé atónito, hasta el café se me había enfriado. Solícitamente ella tomó otra taza y me sirvió nuevamente café. Asombrado sólo comenté: -“duro, muy duro”- así mismo agregué de mi parte –“tiene Ud razón, yo pienso de igual forma al respecto”.
Uriel: -¿Sólo en la verdad confiaría y en el amor, no?
Annie: - Por supuesto que en el amor también. En el verdadero amor.
Uriel: -¿cómo en el verdadero amor?...
Annie: -el amor es uno sólo, pero el amor al que me refiero es al que nace desde el sentido interno de uno mismo y que proviene desde lo divino. Amor no sólo es aquél que se manifiesta en forma cotidiana, no lo estoy negando, sino, aclarando, en ese amor están las caricias, los besos, el que engendra hijos…
Uriel: -Eso es amor, ¿verdad?
Annie: -Por supuesto que lo es. Pero también es amor, cuando uno actúa con frialdad ante una determinada situación extrema que debe resolverse al momento y le doy un ejemplo de ello;
tales eran mis incertidumbres en mi vida cotidiana que mi marido me dio sólo dos opciones a elegir: -“La sumisión al fingimiento o la separación, ésta fue inevitable, por muy incómoda y dura hasta escandalosa que fuese para aquella época. La pérdida y custodia de mis hijos, impuesta por un tribunal de hombres llenos de prejuicios religiosos, fue atroz, dado que se basaron exclusivamente en mis ideas filosóficas, por la cual no sería una buena educadora. Sólo cuando ellos alcanzaron su mayoría de edad, pudieron decidir y elegir en forma independiente, entonces volvieron a mi lado”.
Sinceramente me quebré, sí, me quebré y no porque no lo soportara, sino, porque el ejemplo era cierto, crudo y cruel…
A todo esto fue ella quien me ofreció su propio pañuelo para secar mis lágrimas a la vez que me preguntó con frialdad y amor, ¿por qué llora, joven? Respiré profundo y respondí: “pues, en forma análoga o semejante estoy pasando por la misma vivencia”.
Annie: -¿Ve? Ud., también ha descubierto por sí mismo el tercer nivel de amor.
Uriel: -¿Cómo?, ¿a qué nivel de amor se refiere?
Annie: Al amor divino, o mejor dicho al “divino amor”. “Aquél que cae o se derrama en uno desde lo alto de nuestro aspecto físico en forma invisible, aquél que siempre perdona sin diferenciar y que se ejecuta sin pensarlo mucho, es aquél que surge desde las entrañas más profundas de nuestro Ser. Ese amor es, el Sabio Amor… El Amor Crístico Por Naturaleza”.
Por eso mi estimado Uriel, trate de mantenerse en ese nivel de Amor, es duro por cierto, pero le brindara Paz a todo su Ser y a los Seres que están a su alrededor.
Durante los años venideros y con tan sólo 25 años de edad, Annie, más que nunca se dedicó a cuestiones religiosas que la atormentaban; amplió su interés por la política y la ciencia; ampliando así su nivel cultural, sorprendiendo a más de una persona conocida.
Todo esto la llevó a sorprendentes reflexiones de orden religioso y posiciones antagónicas. Llegó a ocupar la vice presidencia de la “National Secular Society”; inclusive llegó a ser atea, pero en sentido tan profundo que supo distinguir y diferenciar entre “lo oculto y el misticismo y una gran visión del universo, sustentando un gran sentido de la ética con riguroso altruismo y escrupulosa dignidad, basándose en la corrección constante; no como la postura común religiosa, basada en la esperanza, con un posible castigo.
Uriel: -Al mismo tiempo, ud., se interesó activamente por cuestiones de índoles sociales, de aquél entonces; ¿por qué o por cuáles razones?
Annie: -todos los movimientos sociales de aquella época y la revolución industrial tuvieron gran incidencia en mis ideas filosóficas y religiosas; las cuales me llevaron a ser una militante socialista, pero no “a una militancia socialistas como la actual, donde prevalece el ego de la personalidad, sino, que fui una militante socialista donde lo primordial era dar y no tomar; dedicándome a luchar por los derechos de las mujeres, como lo describí en mi libro El Mundo de Mañana”.
Uriel: - ¿se puede decir que, fue de esa forma en la que pudo superar aquellas incertidumbres, dudas y temores?
Annie: - Sí. Así fue, casi sin darme cuenta. Por aquél entonces brindaba charlas, conferencias y comencé a escribir mis primeros libros; recibiendo como halago el respeto de mis pares y el de la libertad de expresión, ya sea por mi oratoria como por mis escritos. También me supe ganar la amistad de “hombres como Charles Bradluagh, uno de mis mayores amigos y de George Bernard Shaw”.
Uriel: - Obviamente que todos y cada uno de esos sucesos, le brindaron fama y reconocimiento; ¿qué me puede decir al respecto?
Annie: - ¡Fama!, no es reconocimiento. No voy a negar que la tuviera, pero no la “fama a la que Ud. se refiere; esa fama es una trampa de la personalidad; la verdadera fama proviene del reconocimiento que uno adquiere a través de la voluntad, del esfuerzo, de la firmeza interior y de la lealtad con uno mismo puesta de manifiesto en un objetivo. Eso es fama y reconocimiento.
Uriel: - Ud. me ha dejado sin palabras. Es grato saber que en el universo existan “Seres Conciencia como Ud.”. Ahora bien; todo esto forjó en ud. una forma de “ser”. ¿Esa forma de ser, acompañada de sus ideales y de toda su experiencia, fueron lo que la acercaron a Ud. a la Sociedad Teosófica?
Annie: -En cierto modo, sí; así fue.
Muy amablemente, antes de mi siguiente pregunta, me ofreció algo más de beber y degustar, dejando para más tarde sus respuestas y comentarios en cuanto a su ingreso a  dicha sociedad.



“No me atrevo a comprar la paz con una mentira; una imperiosa necesidad me induce a decir la verdad tal como la veo, agraden o no mis palabras, reciba alabanzas o vituperios. Debo mantener inmaculada fidelidad a lo verdadero, así mismo me cueste amistades, rompiendo lazos humanos. La verdad podrá conducirme a un desierto, podrá privarme de to do el amor – mas debo seguirla – aunque me quitase la vida, confiaría en ella”.



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